Epílogo, segunda parte

Agarrando sus hombros, moví mis caderas. Frotándome contra él, disfrutando de cómo sus dedos se hundían más en mi trasero. Me dejó tomar la iniciativa con el beso y seguí con los roces provocadores contra sus labios. No profundicé el beso, sin importar cuánto sabía que él lo deseaba.

Sin se movió c...