SESENTA Y CINCO

—¿Gabriel? ¿Qué haces aquí? —preguntó mientras la sangre se le iba del rostro.

—¿Puedo entrar a tu casa?

Aurora se hizo a un lado, permitiéndole entrar. Gabriel miró su lugar, y una vez que Aurora cerró la puerta, se volvió hacia ella.

—¿Cómo estás, Aurora? —preguntó, dando un paso más en su dire...

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