Capítulo treinta y uno

Pero era demasiado orgulloso. Y demasiado ambicioso. Y se sentía atraído por ella. Y tampoco quería que ella saliera lastimada, al menos, no más de lo que ya había sido herida por esos malditos secuestradores.

Así que no había hablado. No había insistido en que otro miembro del equipo se encargara ...