41.

—Mantén la calma —advirtió Vadim a su humano.

—¿Cómo puedo? Escuchas el corazón de Lana. Es débil. Es lento. Debemos encontrarlos —replicó Nikolai, obligando a Vadim a aparecer. A cuatro patas, se acercó al borde del valle, agachándose para observar el valle iluminado por la luna y luego los árboles...