25. Caos, caos, caos

Cenicienta

—No tienes que preocuparte —dijo Conroy—. Hablé bien con ella. No te molestará más.

—¿Estás seguro? Parecía bastante maliciosa. No puedo creer que te casaras con ella.

Lo escuché suspirar al otro lado del teléfono.

—Yo tampoco. Pero así es la vida, supongo. Tenemos que vivir con n...