CAPÍTULO VEINTITRÉS

Vincenzo Santoro.

Empecé a besar su hombro, provocándole escalofríos.

—No tienes idea de cuánto me estoy conteniendo aquí, mi tesoro —le susurré al oído.

Sentí que suspiró profundamente.

Oh, tan delicada.

Sostuve sus pechos, haciéndola excitarse.

—Me muero por poner esos pechos calientes en mi...