CAPÍTULO 81: LA PROMESA.

El frío del aire en la habitación eriza sus pieles mojadas, pero lo ignoran.

—No tienes que hacer esto —dice Catalina, preocupada—. Darwin. Quiero que me tomes, también te necesito. Esta mañana… Cometimos un error, pero… No disfrutaré nada si no…

Darwin se inclina para besarla. Lento, suave, derri...

Inicia sesión y continúa leyendo