Capítulo 8

Miró a mi alrededor, el silencio es un tanto abrumador, pero supongo que no tengo más remedio qué acostumbrarme.

Miró el trabajo pendiente y trató de inspeccionarlo un poco, hay documentos de todo tipo, desde facturas por pagar hasta nóminas atrasadas qué cubrir. Observó qué algunas hojas, están a nombre de otra persona, están dirigidas a un tal Theophilus Black Edgerton y por supuesto, la primera persona que se me viene a la cabeza es el hombre del retrato qué vi en una de las habitaciones de esta enorme casa si es que se le puede llamar así y que muy probablemente, ese hombre es el padre de mi jefe.

Pienso que si puedo adelantar el trabajo, tal vez pueda irme de este sitio antes de lo previsto, quizás una o dos semanas bastará y no más, así que tomo un paquete de ese gran bulto de hojas para llevarlas al escritorio, pero antes siquiera que me atreva a encender de nuevo aquella vieja grabadora, la puerta se abre y mi odioso jefe se adentra.

—Continuemos—expresa con un tono serio y algo desanimado, quizás por despedir a la señorita Anne y pienso que al irse ella, la felicidad de esta casa se vuelve penumbras y mi pequeño espíritu apenas logra iluminar el abismo qué ese hombre provoca al entrar en una habitación.

Tal y como me lo ordenó antes, me quedo parada sobre el mismo sitio qué él me indicó y enseguida, continuo leyendo para él, las cientos de páginas por revisar, mientras él me escucha atentamente.

Las horas en ese sitio y a su lado se vuelven eternas y claro, mi boca se seca después de tanto hablar y hablar, pero por fortuna, luego del atardecer, ese hombre finalmente se cansa de oírme.

—Bien, es todo, por ahora—dice mientras apaga esa vieja grabadora—pero necesito que coloques algunos apuntadores sobre las facturas por pagar, nóminas y finiquitos.

—¿Para cuándo los necesita?—me digno a decir, aunque al ver los documentos que hemos leído el día de hoy, supongo que tendré varios días. No hemos avanzado mucho como para marcar la diferencia en aquella pila de pendientes, pero al menos creo que de seguir así, para la semana siguiente podremos terminar, aunque aún tengo la idea de que si puedo avanzar de noche, incluso esta misma semana podría estar todo listo.

—Para mañana—ordena y yo siento que me ha dado esta tarea casi imposible solo para fastidiarme.

—¿De verdad lo necesita todo para mañana?—dudo al escuchar su orden porque, esa tarea me llevara toda la noche o al menos es lo que supongo.

—Sí. ¿Tienes algo mejor que hacer?—cuestiona y me parece notar en su tono de voz que es una especie de reto o quizás una prueba para poner en duda mi paciencia.

—No, no se preocupe, tendré todo listo para mañana—digo apretando la mandíbula y también mi puño porque esperaba poder descansar luego de un largo y tedioso día, pero aparentemente eso no será posible.

Mi jefe se levanta ignorando mi presencia, toma su bastón y enseguida se va, dejándome sola en su oficina mientras yo termino de recoger y ordenar los documentos que "supuestamente" necesita para mañana. Los llevo en mis manos y aunque no pesan, son algo tediosos de transportar porque tienen el grosor de un libro de J. R. R. Tolkien o incluso de la mismísima biblia, como sea el caso, voy a tardar.

Una vez en mi habitación, me dispongo a trabajar porque mis padres no criaron a una cobarde, así que, tomo stickers y pequeños banderines para marcar las hojas, justo en el lugar donde mi jefe debe firmar, supongo que para eso me mando a hacer este trabajo, para guiarse y no garabatear la página fuera de la línea destinada a su firmar. Ahora que lo pienso, es la primera vez que trabajo para alguien así y no es que tenga algún tipo de problema por eso, es decir, no lo tendría si su actitud fuera diferente, pero en cuando a su condición, yo estoy más que dispuesta a trabajar para él, hacerle la vida más sencilla aunque él haga de la mía un martirio.

Escucho qué mi teléfono vibrar ante la llegada de una notificación, así que al ver la pantalla, descubro qué tengo un mensaje de un número desconocido:

“Buenas noches, señorita Leroy. Perdone la hora, mi hermana recientemente me envió su número de teléfono, algo que omití pedirle la última vez que hablamos”

Era evidente quién era y después de trabajar veinte minutos, me tomé la libertad de dejar el trabajo a un lado, al menos unos segundos para responder.

“Buenas noches, señor Evenson. ¿Cómo le va? No se preocupe por la hora, aún estoy despierta, de hecho, sigo trabajando”

Ya son las ocho de la noche y yo muero de hambre, pero aún es temprano, por así decirlo para bajar, a preguntar si habrá cena esta noche o si podría comer algún aperitivo mientras trabajo, por supuesto, a la señora Fitzroy.

“Estoy bien, muchas gracias por preguntar. Me atrevo a enviarle mensaje para saber como se comportó mi amigo, de antemano una disculpa, si es que él, la llego a ofender de alguna forma, mi hermana Anne, menciono qué Nolens no tomo del todo bien su presencia”

“No se preocupe por eso, supongo que su mal comportamiento es porque no me conoce y he notado que es muy reservado respecto a su vida personal. Es normal que dude en confiarme su privacidad, siendo yo una extraña en su vida”

El señor Evenson ya no responde, al menos no los siguientes segundos, por lo que decido dejar el móvil a un lado y continuar con mi trabajo; sin embargo, poco tiempo después mi teléfono vuelve a anunciar qué tengo un nuevo mensaje.

“Es verdad que mi amigo es muy receloso cuando se trata de desconocidos, aunque espero que poco a poco se adapte a su presencia, solo téngale paciencia”

Era fácil decirlo cuando no era el blanco de sus indirectas y sus insultos a medias, pero ahora que lo había mencionado, tenía un asunto con el señor Evenson qué quería arreglar en ese momento al no tener la posibilidad de verlo en persona.

“Ese es el plan; sin embargo, me hubiera gustado que hubiese mencionado lo que me esperaba al aceptar este empleo”

No hay una respuesta rápida ante mi queja, aunque supongo que las palabras no son suficientes para expresar el porqué no lo hizo, así que dejo el teléfono a un lado y continuo despegando y colocando los stickers y posticks para señalar cada hoja y ver la pequeña pila de hojas delante de mí, me desanima un poco, pero de nuevo, el sonido de un nuevo mensaje me distrae:

“Créame cuando le digo que omitir esos pequeños detalles me costaron mucho, pero lo hice para ayudar a un buen amigo. Antes de encontrarla, ya había intentado contratar a tres chicas que de inmediato rechazaron el trabajo luego de mencionar su discapacidad. No pude siquiera mencionar su personalidad cortante y sarcástica, así que intuí que lo mejor sería evitar los detalles hasta que llegara a la mansión y meditara, por usted misma, si creía conveniente continuar.

Leo y releo el mensaje porque si yo hubiera conocido los detalles, hubiera actuado de la misma forma qué aquellas mujeres, pero ahora que sabía que el señor Edgerton era alguien independiente entre lo que cabía mencionar, su discapacidad no era exactamente un problema para mí, pero su actitud claro que daba mucho a desear.

“No veo ningún problema el quedarme a terminar el trabajo en el que quedamos de acuerdo, así que no se preocupe, aunque realmente me gustaría que mi ambiente laboral fuera mucho más agradable y si es que pudiera hacer algo con su amigo, créame qué no le pediría nada más”

Espero con impaciencia, deseando qué lo que pido no sea difícil de lograr o mucho peor, imposible y finalmente llega la respuesta:

“No le prometo nada, después de todo Nolens es alguien difícil de tratar, incluso para mí que soy su mejor amigo. Es necio y algo testarudo, pero tal vez pueda lograr que sea más cortés, siempre y cuando él no tenga ninguna queja sobre usted o su trabajo”

La palabra cortes podía tener diferentes significados tratándose de Nolens Edgerton, pero era eso o nada y si al menos su amigo lograba obtener un “Gracias y por favor” con eso me conformaba.

“Por el momento no creo que tenga queja alguna sobre mí...” me detengo y releo mis palabras solo para pensar. ¿Cuántas veces ese hombre me grito o frunció el ceño decepcionado de mi trabajo?

Luego de pensar en las respuestas a mis preguntas, borro el mensaje y vuelvo a escribir otro más real y sincero.

“No creo que tenga alguna queja sobre mi trabajo, aunque probablemente, el hablar e intentar entablar una conversación con él me ocasionó un problema, pues me parece que pensó que yo era una lamebotas, según sus palabras”

“Quisiera que nuestra conversación hubiera sido más casual y menos decepcionante, porque sí, todo lo que me está mencionando es algo que Nolens haría solo para fastidiar, así que supongo que hablar con él sobre su actitud tan pesada es lo mínimo que puedo hacer para que su estadía sea más agradable”

Capítulo anterior
Siguiente capítulo