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—Sí, por supuesto. —Necesitaba que él saliera de mi oficina para poder ordenar mi mente desordenada.

—Pero la respuesta sigue siendo sí.

—Sí, sí. —Le aseguré—. La respuesta sigue siendo sí.

—Bien. —Sonrió—. Nos vemos mañana, cariño.

Cuando salió de mi oficina, golpeé mi cabeza contra el escritor...