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Con una leve sonrisa, Thomas dijo:

—Tienes razón, me salvaste. Pero también he dicho que no me gusta deber favores a los demás; por eso te pregunté qué querías a cambio. Dijiste que querías fresas, así que hoy te he regalado muchas fresas. Y ahora, estamos a mano. ¿Hay alguna otra razón para que no...