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Mientras una luz fría brillaba en los ojos de David, él aún se forzaba a sonreír.

—Hania, ¿de qué estás hablando? Vamos, vamos a casa.

Sin embargo, Hania negó con la cabeza y sus lágrimas continuaron fluyendo.

—Lo he descubierto todo... ¡El niño no es tuyo! Finalmente obtuve la respuesta a las du...