VEINTICUATRO

La cámara estaba fría. O tal vez solo estaba nerviosa. Había perdido la capacidad de determinarlo. La ropa que Henrietta le había traído el otro día era lo de siempre: dejaba casi nada a la imaginación.

No había ventana en su cámara, pero la luminosidad de la habitación cambiaba según la hora del d...

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