11

Gio intenta quitarme la almohada de la cara y, después de un poco de resistencia, le permito que la quite y me abrace. Lloro un poco más mientras lamento que era inocente, todo porque me sentía amada y tenía a alguien que me escuchaba sin juzgarme por algo de lo que no tenía la culpa.

—Tenías razón...

Inicia sesión y continúa leyendo