Buscando trabajo de manera desesperada
Años atrás de los acontecimientos:
—Bien — habló Lina mientras estaba sentada — ¿Cuándo piensas encontrar trabajo? No pienso seguir manteniendo a una inútil como tú. Querías ser enfermera, ¿verdad? Pues bien, ahí tienes tu carrera. Busca cómo ejercerla porque ya no eres una niña.
—Estoy buscando empleo, pero por favor, dame un poco de tiempo — suplicó Lucía — es un poco difícil ya que no tengo experiencia.
—Escucha bien, ya es suficiente con estar apoyando a Carlitos con su carrera para que todavía tenga que mantenerte a ti. O buscas trabajo cuanto antes o simplemente te largas de la casa.
—Lina — habló una señora — deja a Lucía tranquila. Ella está haciendo todo lo que puede. Pero la situación no es fácil.
—¡No te metas! Este asunto es con Lucía — Lina miró a la chica — Si tan solo te hubieras conseguido un hombre, las cosas serían diferentes. Aunque viendo tu físico, será difícil que consigas algo bueno.
Las manos de la chica se cerraron en puños. Ella respiró profundamente para no responderle como se merecía y terminó por darse la vuelta e irse del sitio. En su habitación, comenzó a llorar. La misma señora que la había defendido entró donde ella estaba.
—No le hagas caso — ella secó las lágrimas de Lucía — solamente habla sin pensar. Pronto vas a encontrar un empleo que valga la pena.
— Mañana tengo una entrevista, pero no tengo dinero. Tengo que ver de dónde lo consigo — dijo Lucía —, no sé por qué Lina me trata así si no he hecho nada malo. ¿O sí?
— Claro que no lo has hecho — la señora secó las lágrimas de su sobrina — trata de entenderla. No es fácil ser madre soltera, y además está alterada por lo sucedido con Carlitos.
La puerta de la habitación se abrió y entró Lina. Al ver a su hija siendo consolada por su hermana, se sintió muy molesta. La tomó del brazo de forma demasiado agresiva.
—Deja de llorar, no solucionas nada así — ella empujó a su hija con desprecio — ve a ayudar a mi mamá con los quehaceres. Al menos eso vas a hacer para ganarte lo que comes.
—¿Por qué me odias tanto? — ella acarició su brazo adolorido —, yo no te he hecho nada hasta donde sé, pero tú me tratas como si valiera menos que nada.
—¿Realmente lo preguntas? Por favor, Lucía, no te hagas la tonta. Me enoja porque eres una mantenida, así que ve a ayudar con los quehaceres y deja de lloriquear.
Lucía fue a ayudar a su nani con los quehaceres. La anciana miró cómo su nieta estaba secando sus lágrimas y supuso que Lina la había vuelto a maltratar. Le dolía ver la situación de su amada princesa, pero no podía hacer mucho, ya que no quería empeorar las cosas para ella.
—No llores, mi princesita — le dijo la señora amorosamente — Lina te quiere, solo que de una manera diferente. Ya verás cómo las cosas van a cambiar para bien. Tienes que saber, niña mía, que no hay un anochecer sin un amanecer. Y cuando todo parece oscuro, es porque la luz está por salir.
Lucía solamente pudo sonreír. Esa noche, no quiso cenar debido a que había perdido el apetito por completo. Se acostó en su cama, pero fingió estar dormida cuando escuchó a Lina entrar al cuarto, ya que lo compartía con su progenitora. Pudo sentir que la mujer se aseguró de que estuviera profundamente dormida antes de sacar su celular.
—Hola, cariño. Ella está dormida, así que no te preocupes demasiado — hubo una pausa — No te enojes. Prometo enviarte más dinero la próxima vez, pero por favor no me dejes. Lo sé, yo también estoy desesperada porque Lucía encuentre trabajo para poder ayudarte más.
El corazón de Lucía se encogió en su pecho. Se movió un poco, pero fingió seguir dormida. Pudo escuchar a Lina prometer amor eterno a un hombre que ni siquiera conocía. Luego colgó y se fue a la cama. Pronto, cayó en un sueño inquieto. Sin embargo, su hija no pudo hacer lo mismo, y así pasó la noche en vela.
Al día siguiente, Lucía se levantó para ir a la entrevista de trabajo. Quedaba lejos, así que estaba considerando pedir aventón. Antes de dar los buenos días a su tía, se aseguró de que Lina no la viera, ya que se pondría molesta.
Lucía ayudó a su nani con los quehaceres y luego todos fueron a desayunar. Mientras comían, Lina volvió a sacar el tema del desempleo de su hija con más veneno que antes.
—Voy a ir a una entrevista de trabajo — dijo Lucía con un poco de temor —. No te preocupes demasiado. Aunque hay un pequeño inconveniente.
—Ya salió el peine — bufó Lina, molesta — ¿Qué sucede ahora?
—La entrevista de trabajo está un poco lejos de aquí, así que necesito dinero para tomar el autobús. Pensé en pedir aventón, pero puede ser peligroso. Alguien podría lastimarme.
—No tengo dinero para darte. Vete en aventón — dijo Lina con desprecio y burla —. Además, ¿quién estaría interesado en alguien como tú?
Las palabras de Lina hicieron reír a Carlos. Lucía sintió cómo toda su rabia subía, pero al final logró controlarse.
—Me iré a vestir — dijo, levantándose —. Ahora, si me disculpan.
Perspectiva de Lucía:
Fui a prepararme para la entrevista de trabajo. Saqué la mejor ropa que tenía, aunque se notaba que era vieja. No podía pedirle dinero a Lina, ya que solo me maltrataría. Las únicas veces que es un poco cariñosa conmigo es cuando estoy enferma, pero incluso en esas ocasiones a veces ni eso, ya que generalmente me trata mal antes de empezar a tener ciertas atenciones.
— Lucía — me hablaron desde afuera —, ¿puedo entrar?
— Sí, claro, pasa.
Mi tía entró a mi cuarto y tomó mis manos. Fue entonces cuando sentí el pequeño pedazo de papel que me salvaría de tener que pedir aventón para llegar a la entrevista.
—Gracias —la abracé —. Eres una de las pocas cosas buenas que me han pasado en esta casa. Por favor, nunca me dejes.
—Lamento no poder defenderte de Lina, pero sabes que no puedo hacerlo. Solo empeoraría las cosas.
Le dije que no se preocupara. Me fui a la entrevista de trabajo y durante el camino pensé en lo que diría ahí. Sin embargo, recordé la conversación que Lina había tenido la noche anterior con ese hombre. Me pregunté hasta dónde llegaría mi paciencia hacia ella.
Llegué al lugar de la entrevista y una señorita muy amable me recibió. Me hizo sentir como lo que nunca me había sentido, como un ser humano capaz de ser de utilidad.
—Bien — ella miró mi currículum —, aquí se refleja que eres recién graduada y no tienes experiencia.
—Así es — dije preocupada —. Le agradezco por la oportunidad brindada. Disculpe por hacerle perder su tiempo.
—¡Espera un momento! — me detuvo —. Yo no te he dicho que no te voy a contratar. Por favor, toma asiento, Lucía.
Encontré la oferta de trabajo en el periódico. La paga era bastante buena, pero eso no me importaba. Lo único que deseaba era poder trabajar para ayudar en mi hogar. Lina me presionaba día a día por esto. Lo que más me llamó la atención fue que no mencionaban que necesitaban a alguien con experiencia.
—Escucha — me senté nuevamente —. No soy de las personas que buscan alguien con experiencia de años. Soy flexible en ese aspecto, al igual que en otros. Por lo que pude ver, eres bastante joven y fuerte; sin embargo, tu inseguridad al responder mis preguntas me hace dudar un poco.
—Solo estoy nerviosa, señorita — dije apenada —. Disculpe si dio la impresión equivocada.
—Eso supuse, por eso te detuve — ella suspiró —. Mi mamá tiene diagnóstico de esquizofrenia. Te lo digo ahora para que no te sorprendas después. No quiero que llegado el momento te quejes. En guerra anunciada no muere soldado. Ella puede ser agresiva, muy ágil y con fuerza sobrehumana, pero también tiene su lado bueno. Algunos días amanece tranquila, así que no te preocupes.
— ¿Algo más? — le pregunté —. Siento que hay una palabra más…


















































































































































