Juego perverso

Alejandro entró en la oficina de Sergio, su amigo había elegido muy mal momento para llamarlo.

—Dime rápido, Sergio. Estoy ocupado.

—Alejandro, es el contrato de los japoneses. Hay un problema, una cláusula que no cuadra. Parece… deliberado.

—¿Deliberado? —Alzó una ceja y se le quedó mirando— exp...

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