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—¡Explícate! —dijo Dammen, mirando con furia a su viejo amigo y comandante militar en jefe, quien estaba firme ante su enorme escritorio.

—Mis disculpas, Ziros —respondió Jeiel Vernier, defendiendo a sus ayudantes—. No puedo excusarme por nuestra laxitud en fortalecer nuestras fronteras. Asumo toda...

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