Capítulo 3 3

Antes de que suene mi alarma, ya estoy en pie. Escucho el toque de mi hermano en la puerta y luego esta se abre. Nigel trae mi taza de café y la deja en la mesa mientras yo corro al baño. Sé que está enojado, pero parece que eso no cambia nada en su rutina. Termino de bañarme, busco mi ropa y tomo la taza de café luego de vestirme.

Cuando salgo al pasillo, escucho a Nigel en la cocina.

Bajo las escaleras y lo veo sacar unos huevos fritos. Todo está sobre la mesa. Me siento y como con rapidez sin importar que esté caliente. Él no ha dicho ni una sola palabra, por lo que veo que no se le pasará. No todavía.

En el camino al trabajo, Nigel conduce y mi mirada se pierde en el paisaje. Aunque "paisaje" es un decir; solo hay carreteras llenas de tránsito.

Hoy tenemos una reunión con algunos diseñadores nuevos y luego soy yo la encargada de darles una introducción sobre la visión que tiene Chiara y lo que busca actualmente. Esta es la parte fácil.

Cuando llegamos al trabajo, Nigel se gira en el asiento y entrecierra los ojos. Parece que quiere hablar.

—¿Qué pasó anoche? —me pregunta como si fuera algo importante.

—¿Qué es lo que te molesta? Solo fue un baile —le digo.

—¿Te gusta ese hombre? —me pregunta con enojo.

—Solo lo he visto dos veces en mi vida —le respondo al instante, pero también me enojo por su comportamiento—. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué hay de malo si me gusta él o cualquier otro hombre? Soy una mujer adulta, Nigel. No me trates como si fuera una niña —digo con enojo.

Bajo del coche primero y camino hacia la entrada, dejando atrás a mi hermano. No sé por qué de pronto se comporta de esa manera.

Para mi sorpresa, me encuentro con el mismísimo Nico Queen en la entrada. Por alguna razón, él no se sorprende.

Sonríe y se acerca a mí con toda la confianza del mundo. ¿Es que ese hombre no tiene vergüenza? ¡Ha venido a mi trabajo!

Me da un beso cerca del labio dejándome sorprendida. Me quedo un poco aturdida por el gesto, pero miro hacia atrás para asegurarme de que mi hermano no haya visto tal cosa. Paso a su lado ignorándolo e intento entrar antes de que Nigel nos vea. No quiero que siga enojado, pero no cuento con que Nico me siga.

—¿Eso es todo? —grita detrás de mí mientras me sigue. ¿Es que ignorarme lo no basta? Pretendía que les pusiera atención a sus labios tan cerca de los míos, que hiciera un escándalo o que me sintiera halagada. Opto por ignorarlo, parece que eso, aunque no lo aleja, lo deja frustrado.

Me apresuro al ascensor y este se abre al instante. Nico entra, marca un piso que no es el mío y luego me empuja suavemente contra la pared, dejando sus manos apoyadas y a mí en medio de ellas.

Su rostro baja hasta el mío y me habla en un susurro.

—Buenos días, Trish. —Por alguna razón, todo mi cuerpo parece temblar. ¿Estoy nerviosa? No me muevo, no hago nada y él solo se queda así. Miro sus labios y él los separa. Se acerca y entonces yo reacciono.

—¿Te funciona siempre? —pregunto. No puedo dejar que siga haciendo ataques tan directos, es decir, ¡coño! Es guapo, eso no lo he negado nunca, y mi cuerpo es de carne y hueso, siento y padezco, si me ataca de este modo una pecadora como yo puede reaccionar. Incluso si me resisto, aunque intento no mostrarme afectada.

Son esos ojos grises, la manera de decir mi nombre… como si quisiera hacerme sentir suya.

—¿Qué cosa? —responde él.

—Acosar a las mujeres —le digo en tono serio.

Él retrocede al instante y se acomoda a mi lado. Toca mi mano y luego la suelta cuando las puertas se abren.

Creo que esto parece salvarme.

—Parecía divertido —dice suavemente—. Solo vine a darte los buenos días, Trish. ¿Nos vemos esta noche a las ocho? Restaurante, bar, disco, mi casa, lo que te apetezca.

Suelto una risa burlona al notar su nada discreta invitación. Salgo del ascensor y me escapo de su vista, nerviosa, mi corazón palpitando fuertemente. Se supone que no me gustan este tipo de cosas, ese tipo de hombres, pero... Nico casi hace que sea encantador.

El pequeño Queen es insistente, pero yo no seré una presa fácil.

No seré su presa.

Llegando a mi oficina, trato de concentrarme en el trabajo. Las palabras de Nico resuenan en mi cabeza. ¿Nos vemos esta noche? Claro, como si fuera a aceptar. Aunque, debo admitir, su insistencia tiene su encanto.

El día pasa en una nebulosa de reuniones y presentaciones. Mantengo mi compostura profesional, pero en el fondo, sigo pensando en la audacia de Nico. ¿Qué es lo que ve en mí que lo hace tan persistente? ¿O simplemente es un juego para él?

Al final del día, mientras apago mi computadora y recojo mis cosas, pienso en la propuesta de Nico. Parte de mí quiere ir solo para demostrar que no me afecta. No debo caer en su parte de tener que demostrar nada, pero si huyo nunca lo sabré. Otra parte de mí sabe que sería jugar con fuego. Pero ¿qué es la vida sin un poco de riesgo?

Salgo del edificio y veo a Nigel esperándome en el coche. Subo y cerramos la puerta con un golpe.

—¿Cómo fue el día? —pregunta él, su tono más calmado ahora. Casi no nos hemos visto, más que para el almuerzo, pero todo indica que él no supo de la presencia de Nico o no estaría de este modo más relajado.

—Largo. ¿El tuyo?

—Lo mismo. ¿Vamos a casa?

Asiento y nos dirigimos de regreso. En el camino, mi mente vuelve a vagar hacia Nico. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Realmente esperaba que aceptara su invitación?

Al llegar a casa, decido que una ducha caliente es justo lo que necesito para despejar mi mente. Pero incluso bajo el agua, no puedo evitar recordar el roce de su mano, su aliento en mi oído, mi cuerpo atrapado contra el suyo o el nombrar de mi nombre, esa forma que tienen sus labios de decirlo.

Dejo alejarme, sacarlo de mis pensamientos o puedo volverme vulnerable.

Salgo de la ducha y me pongo un pijama cómodo. Al mirar mi teléfono, veo un mensaje de un número desconocido.

"Buenas noches, Trish. Espero verte mañana. Nico."

¡No! Este tipo no dejará de insistir.

Suelto una carcajada y apago el teléfono. No pienso darle el gusto de una respuesta inmediata. Después de todo, a veces, la mejor manera de ganar es no jugar en absoluto.

¿Y cómo obtuvo mi número? No creo que Chiara se lo haya dado.

Pero mientras me meto en la cama, una sonrisa sarcástica se dibuja en mi rostro, parece que cada vez que piense en él en la noche me reiré de este modo, como una tonta.

Cierro mis ojos y lo siento, ¡joder! ¿Ese es el efecto del pequeño Queen? Entonces sus conquistas no lo tienen muy fácil al intentar rechazarlo, pero yo no soy igual que ellas. Soy más fuerte.

Deslizo mi mano entre mis piernas y suelto un jadeo mientras mis caderas se mueven lentamente. Mi espalda se arquea cuando mis dedos se hunden y comienzo a gemir.

Escucho como dice mi nombre junto a mi oído y todo el cuerpo se me eriza, como si fuera real, como si estuviera a mi lado.

—Pequeño Queen—digo con los dientes apretados, mi mano libre sujetando la almohada debajo de mi cabeza, sigo gimiendo hasta que lo siento acercarse, mis piernas tiemblan otra vez y gimo con más fuerza, más fuerte—¡Dios! — Es la primera vez que me toco con alguien específico en mente y se siente muy real, diferente—. ¡Mierda! —Siseó mientras mis dedos salen de mi vagina y me muerdo los labios, deseando algo más.

A alguien.

A él.

Puede meterse en mi cabeza, jugar con mi mente, pero no lo dejaré invadir mi cuerpo, al menos no de forma física, porque de esta manera es divertido.

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