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David abrió los ojos cuando sintió que alguien lo sacudía suavemente. Había oscurecido ya, y su habitación parecía una cueva, pero pudo reconocer que era Michaela quien lo llamaba.

—Hugh está aquí –dijo ella cuando comprobó que él estaba despierto.

—Oh, Dios. No. No quiero hablar con él.

—Dijo que s...