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—¿Y qué tal besa? –le preguntó Gwen a Michaela, y ésta la miró con ojos entrecerrados.

—¡No voy a contestar a eso! –le gritó. Luego hizo una mueca con la boca—. De todos modos, no fue un beso de verdad.

—Estás ansiosa, ¿eh? –se rio Gwen, y Michaela le echó malos ojos.

Gwen estaba tirada sobre su c...