Mejor para Romina

Me iba a volver loco. Ya estaba loco, andaba con un humor de perros, ni Gustavo ni Ramiro me soportaban.

—Ve a buscarla de una vez ¿quieres?

—¿Para qué? Me gritó en la cara que no me tenía que meter en su familia. Ya está.

—No seas terco, Sergio. La quieres. Te dije que los hijos te iban a dar do...

Inicia sesión y continúa leyendo