

El Aroma de tu Piel
Anabella Brianes · En curso · 44.0k Palabras
Introducción
Enzo entra en un espiral de sensaciones que deja salir a la superficie su lado más oscuro: ella se le mete debajo de la piel.
Violeta busca excusas para no caer rendida a sus pies: él es todo lo que jamás aceptaría en una relación, pero no puede resistir la atracción.
Todo es demasiado vertiginoso, demasiado intenso. Intentarán darle forma a algo nuevo y, en el camino, chocarán con miedos, dudas, inseguridades y sus propios fantasmas.
—¡Dilo! ¿Quién es el único que puede acabarte? —demandó, apretando los dientes. Estaba cerca.
—¡Dilo!
—¡Tú! —grité.
—¿Quién?
—¡Tú! ¡Solo tú puedes acabarme dentro! ¡Por favor! —pedí casi suplicando.
Capítulo 1
Estas reuniones de la empresa me hartan.
Lo único que escuchaba eran quejas y reclamos, esos viejos se olvidaban quién era. Me suelo sentar en la cabecera de la mesa de juntas, a mi derecha se sienta Romina, mi secretaria, y a la izquierda Pablo, el inútil este que tengo de amigo. Y paso tres horas tratando de afianzar mi puesto. Mis días están escritos en una agenda, programados. Comienzan eligiendo un traje y terminan cuando me lo quito.
Llegar a mi piso por la noche y solo oír el murmullo del motor del refrigerador y los maullidos de Cristóbal, marca el final de mi jornada.
Allí me relajo un poco, pongo música, lleno el plato de comida de Cristóbal, mientras él corre de acá para allá subiéndose y bajándose de los muebles, y abro un vino antes de la cena.
Debe ser algo que es parte de mi sistema a esta altura. Vivir rígido. Pero es la vida que elegí: hacerme cargo de la cadena de hoteles de mi familia. En la esquina, junto a la poltrona, está la prueba de mis años de trabajo, me gusta acercarme y mirarla desde arriba. El Romano Riviera, la maqueta del edificio.
Nadie apostaba por el proyecto. Me tomó dos años darle forma: conseguir el edificio, acondicionarlo, decorarlo. Cuando por fin estuvo terminado se convirtió en el hotel insignia. Estoy orgulloso, hasta lo reconocieron en el World Travel Awards como el hotel más lujoso a nivel global.
Mi otro logro, el mayor de ellos, es sin duda Matteo, mi hijo. Pero él vive con su madre, decidimos que era lo mejor cuando conversamos el divorcio con Sofía. Fueron 10 años de matrimonio, 10 años de nada. Así que, firmar los papeles no nos costó demasiado.
De hecho, fue Sofía quien planteó la idea del divorcio. Esa tarde, me pidió que fuera hasta el restaurante donde solíamos comer. Llegué tarde, siempre había algo que me retenía. Ni se inmutó, estaba acostumbrada. Pedimos café y se cruzó de piernas antes de decirlo. Y lo hizo sin filtros, sin resentimiento, pero tampoco con culpa.
—Quiero que nos divorciemos —al menos esperó a que el camarero se alejara unos pasos—. Hace un tiempo conocí a un hombre, es abogado y trabaja en una compañía de inversiones. Lo he estado frecuentando.
Supuse que cualquier otro marido en mi lugar, cualquier otro hombre, se habría sentido humillado o traicionado. Yo tomé un sorbo de café. Aunque sentí algo de envidia, había encontrado a alguien que la hacía sentir de verdad. Pensé que, en el fondo, había estado esperando que eso pasara.
—¿Cómo quieres hacerlo?
—¿No te molesta? Bueno, en realidad no espero que lo haga —dijo.
—No, no me molesta. Confieso que me da un poco de envidia, pero mereces ser feliz como cualquiera.
El trámite fue sencillo: pidió lo que le correspondía y un poco más también. ¿Se lo iba a negar? Es la madre de mi hijo. Pautamos los días que Matteo pasaría conmigo, pero que viviría con ella.
Volver a la soltería hizo que me enfrentara de nuevo a todo ese proceso que implica conocer a alguien. A los 42 años, se vuelve tedioso. Ya sabes lo que buscas, cómo lo prefieres y lo que no admites. Quiero compañía y sexo, sin melodramas y fuera de mi piso.
Encontrar a alguien que tenga la misma perspectiva es muy difícil. No me considero un mujeriego, ni un machista, sé que hay mujeres que abrazan ideas similares a las mías; sobre todo aquellas que se saturaron de las mentiras y las relaciones que no llevan a ningún lado. No soy la clase de hombre que endulza el oído por conseguir una revolcada.
Pablo pensaba que me estaba poniendo viejo y había perdido el deseo sexual. Y yo pienso que es un idiota. Está casado, tiene dos hijas y una amante. Cree en eso de que un hombre lo es tal dependiendo de cuántas «descargas» logre en una semana. La esposa lo sabe, las hijas lo saben y la peor parte se la lleva la otra mujer.
Conozco a Clara, trabaja en la compañía, en el departamento contable. Es joven y bonita, pero al parecer no muy lista. No es la primera conquista de mi amigo en la oficina, pero esta le dura bastante.
Nos conocimos en la universidad, y siempre fue así. Tiene la necesidad constante de estar rodeado de mujeres o de acostarse con ellas. Como él lo hace, supone que el resto de los hombres también debemos hacerlo. Y por eso no se cansa de insistirme en presentarme damas.
Caí dos veces en sus citas arregladas. Me arrepentí las dos veces.
La primera fue una amiga de su esposa. Cenamos en uno de esos restaurantes donde hasta el agua vale una fortuna. Ella llegó arreglada como si estuviera caminando por la alfombra roja de los Oscars, impecable, soberbia y muy hermosa. Pero cuando abrió la boca, me dejó perplejo.
—Perdón por llegar tarde, pero el tráfico a esta hora es una mierda. ¿Qué pedimos?
Toda la gracia de su exterior nada tenía que ver con su lenguaje o sus modales. Abrió el menú como si fuera un paquete de papas fritas. No me molestan los insultos o los ademanes bruscos, pero ese contraste tan marcado de verdad me perturbó.
En cama es diferente. Me gusta mandar y que me obedezcan, me gusta escuchar los gemidos mezclados con palabras sucias, me saca de quicio, me calienta. Verlas tratar de respirar mientras me hundo en ellas por completo, hacer que me miren a la cara mientras me la maman.
Cuando la llevé al hotel creí que iba a ser tan grosera para hacerlo como para hablar. Pero resultó ser una bolsa de papas tirada en la cama que solamente me abrió las piernas. Sin emoción, sin excitación, solo coger porque era el siguiente paso. Aburrida.
De todas maneras, se me puso dura cuando la vi desnuda. Tenía los pechos grandes, los muslos también y un trasero delicioso. Quise colarle un dedo mientras se lo hacía de perrito, pero se espantó tanto que me la apretó con fuerza y me gustó. Así que seguí tratando de metérselo solo para que siguiera reaccionando igual.
Me hizo acabar así, sin siquiera darse cuenta. Le pinté toda la espalda de blanco. Ahí me di cuenta de que no íbamos a hacer mucho más, porque se desplomó sobre las sábanas, jadeando.
Soy un caballero, no salí corriendo después de cogerla. Pasamos la noche en el hotel. Ella durmiendo y yo masturbándome para sacarme las ganas que me quedaban en el baño.
A la mañana siguiente la llevé a la casa y no la vi más.
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—¡Vete al infierno!
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Este libro es adecuado para lectores adultos, ya que el tema aborda temas delicados, como los pensamientos o acciones suicidas, el abuso y los traumas que pueden provocar reacciones graves. Por favor, tenga en cuenta.
————UntouchableLibro 1 de la serie The Moonlight Avatar
TENGA EN CUENTA: Esta es una colección de series para la serie The Moonlight Avatar de Marii Solaria. Esto incluye Untouchale y Unhinged, e incluirá el resto de la serie en el futuro. Hay libros separados de la serie disponibles en la página del autor.:)
Persiguiendo a Su Luna Sin Lobo de Vuelta
Avanzó hacia mí, golpeándome con fuerza contra la pared, encerrándome con su cuerpo.
—Por favor, para, Sebastián —supliqué, pero él continuó sin piedad.
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Como la hija no deseada sin lobo de la familia Sterling, Thea ha pasado toda su vida siendo tratada como una extraña. Cuando un accidente la obliga a casarse con Sebastián Ashworth, el Alfa del clan más poderoso de Moon Bay, ella tontamente cree que el amor y la dedicación podrían ser suficientes para superar su "defecto".
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Luna de ojos esmeralda
Soy su Luna sin lobo
Ethan también emitía profundos rugidos en mi oído.
—Maldita sea... voy a correrme...!!!
Su impacto se volvió más intenso y nuestros cuerpos seguían haciendo sonidos de golpes.
—¡Por favor!! ¡Ethan!!
Como la guerrera más fuerte de mi manada, fui traicionada por aquellos en quienes más confiaba, mi hermana y mi mejor amiga. Fui drogada, violada y desterrada de mi familia y mi manada. Perdí a mi loba, mi honor y me convertí en una paria—cargando un hijo que nunca pedí.
Seis años de supervivencia ganada con esfuerzo me convirtieron en una luchadora profesional, impulsada por la rabia y el dolor. Llega una convocatoria del formidable heredero Alfa, Ethan, pidiéndome que regrese como instructora de combate sin loba para la misma manada que una vez me desterró.
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Regla número 1 - Sin Compañeros
«Déjame ir», lloriqueo, mi cuerpo tiembla de necesidad. «No quiero que me toques».
Me caigo sobre la cama y luego me doy la vuelta para mirarlo fijamente. Los tatuajes oscuros de los hombros cincelados de Domonic se estremecen y se expanden con el movimiento de su pecho. Su profunda sonrisa llena de arrogancia se extiende detrás de sí mismo para cerrar la puerta.
Mordiéndose el labio, se dirige hacia mí, con la mano pegada a la costura de sus pantalones y a la protuberancia que hay allí.
«¿Estás seguro de que no quieres que te toque?» Susurra, desatando el nudo y metiendo una mano dentro. «Porque juro por Dios que eso es todo lo que quería hacer. Todos los días, desde el momento en que entraste en nuestro bar, percibí tu sabor perfecto desde el otro lado de la habitación».
Draven, nuevo en el mundo de las palancas de cambio, es un humano que huye. Una chica hermosa a la que nadie podría proteger. Domonic es el frío alfa de la manada de lobos rojos. Una hermandad de doce lobos que viven según doce reglas. Reglas que juraron que NUNCA podrían romperse.
Especialmente, regla número uno: No hay amigos
Cuando Draven conoce a Domonic, sabe que ella es su compañera, pero Draven no tiene ni idea de lo que es una pareja, solo que se ha enamorado de un cambiaformas. Un alfa que le romperá el corazón al hacer que se vaya. Prometiéndose a sí misma que nunca lo perdonará, desaparece.
Pero no sabe nada del bebé que está embarazada ni de que, desde el momento en que se fue, Domonic decidió que las reglas estaban hechas para romperlas, ¿y ahora volverá a encontrarla? ¿Lo perdonará?
SU PAREJA DE SEGUNDA OPORTUNIDAD RECHAZADA
—¡¿Qué demonios, Zara?!— Levi chocó conmigo y gruñó detrás de mí.
—Lo siento— murmuré, con los ojos muy abiertos.
—¿Es él?— Levi me preguntó por el vínculo mental, y asentí con la cabeza.
—Zara— dijo mi padre—. Entiendo que conoces al Alfa Noah.
Asentí lentamente con la cabeza.
—Genial— dijo mi padre—. El Alfa Noah también me ha informado que eres su compañera destinada.
Asentí en respuesta.
—Estupendo, el Alfa Noah ha solicitado tu mano.
—¿En serio?— encontré mi voz.
Tanto mi padre como el Alfa Noah asintieron.
—Interesante— dije—. ¿Te dijo el Alfa Noah que me rechazó hace más de un año?
La sonrisa de mi padre vaciló mientras el rostro del Alfa Noah se tornaba pálido.
¿Realmente creía el Alfa Noah que obedecería ciegamente una orden de mi padre sin luchar?
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Un año después de que él la rechazara, su compañero destinado vuelve a tocar su puerta para decirle que ha regresado para reclamarla.
Zara rechaza su propuesta, y él va a escondidas y le pide su mano a su padre. El viejo Alfa acepta el arreglo.
Zara está descontenta y decide manejar las cosas por su cuenta. Informa a su padre que ha tomado un compañero elegido, su Beta y su mejor amigo, Levi—solo que él tiene un secreto.
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«Te he esperado nueve años. Ha pasado casi una década desde que sentí este vacío dentro de mí. Una parte de mí empezó a preguntarse si no existías o si ya habías muerto. Y luego te encontré, justo dentro de mi propia casa».
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«He pasado suficiente tiempo sin ti y no permitiré que nada más nos separe. Ni a otros lobos, ni a mi padre borracho, que apenas se ha mantenido firme en los últimos veinte años, ni a tu familia, ni siquiera a ti».
Clark Bellevue ha pasado toda su vida siendo la única humana de la manada de lobos, literalmente. Hace dieciocho años, Clark fue el resultado accidental de un breve romance entre uno de los alfas más poderosos del mundo y una mujer humana. A pesar de vivir con su padre y sus hermanastros hombres lobo, Clark nunca ha sentido que realmente perteneciera al mundo de los hombres lobo. Pero justo cuando Clark planea dejar el mundo de los hombres lobo para siempre, su vida se pone patas arriba por culpa de su compañero: el próximo rey alfa, Griffin Bardot. Griffin lleva años esperando la oportunidad de conocer a su pareja, y no va a dejar que se vaya pronto. No importa lo lejos que Clark intente huir de su destino o de su pareja: Griffin tiene la intención de quedarse con ella, sin importar lo que tenga que hacer o quién se interponga en su camino.
El Embarazo Secreto de la Ex-Esposa del Millonario
El día que recibí los resultados de la prueba de embarazo, Sean pidió el divorcio.
—Vamos a divorciarnos. Christina ha vuelto.
—Sé que estás enfadada —murmuró—. Déjame compensártelo.
Sus manos encontraron mi cintura, cálidas e inflexibles, deslizándose por la curva de mi espalda hasta agarrar mi trasero.
Lo empujé contra su pecho, sin mucha convicción, mientras mi determinación se desmoronaba y él me presionaba de nuevo sobre la cama.
—Eres un imbécil —susurré, incluso mientras lo sentía acercarse más, la punta de él rozando mi entrada.
Entonces el teléfono sonó—agudo, insistente—sacándonos del trance.
Era Christina.
Así que desaparecí, llevando un secreto que esperaba que mi esposo nunca descubriera.
Un manada propia
—No puede ser —dijo Elena, mirando a su abuela con incredulidad—. ¿Cómo es posible?
—Siempre lo supe, querida —respondió su abuela con una sonrisa—. Eres especial, y ahora es el momento de que aprendas a controlar tu poder.
Con la ayuda de su mejor amigo, Lucas, y su abuela, Elena comenzó a explorar sus habilidades. Pasaron horas entrenando en el bosque, lejos de las miradas curiosas de los demás.
—Intenta concentrarte, Elena —dijo Lucas, observándola con atención—. Puedes hacerlo.
Elena cerró los ojos y respiró profundamente. Sentía la energía fluir a través de su cuerpo, como un río desbordante. Poco a poco, aprendió a canalizar esa energía y a usarla a su favor.
Un día, mientras practicaban, Elena sintió una presencia extraña. Abrió los ojos y vio a un joven observándola desde la distancia. Sus miradas se cruzaron y sintió una conexión instantánea.
—¿Quién es él? —preguntó Elena, sin apartar la vista del desconocido.
—Es tu compañero destinado —respondió su abuela con una sonrisa—. Juntos, formarán su propia manada.
Elena no podía creer lo que estaba escuchando. Pero a medida que pasaban los días, se dio cuenta de que su abuela tenía razón. Con su nuevo compañero a su lado, se sentía más fuerte y segura que nunca.
Juntos, Elena y su compañero comenzaron a reunir a otros híbridos y lobos solitarios, formando una manada unida y poderosa. A pesar de los desafíos y las dificultades, Elena finalmente encontró su lugar en el mundo, rodeada de aquellos que la amaban y la apoyaban.
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Tengo magia, tal como mostraron las pruebas, pero nunca se ha alineado con ninguna especie mágica conocida.
No puedo respirar fuego como un Cambiante dragón, ni lanzar maldiciones a las personas que me molestan como las Brujas. No puedo hacer pociones como una Alquimista ni seducir a la gente como una Súcubo. No quiero parecer desagradecida con el poder que tengo; es interesante y todo eso, pero realmente no tiene mucho impacto y, la mayor parte del tiempo, es prácticamente inútil. Mi habilidad mágica especial es la capacidad de ver hilos del destino.
La mayor parte de la vida es lo suficientemente molesta para mí, y lo que nunca se me ocurrió es que mi pareja es un grosero y pomposo incordio. Es un Alfa y el hermano gemelo de mi amigo.
“¿Qué estás haciendo? ¡Este es mi hogar, no puedes entrar así!” Intento mantener mi voz firme, pero cuando se da la vuelta y me fija con sus ojos dorados, me echo atrás. La mirada que me lanza es imperiosa y automáticamente bajo los ojos al suelo, como es mi costumbre. Luego me obligo a mirar de nuevo hacia arriba. Él no se da cuenta de que lo estoy mirando porque ya ha desviado la mirada de mí. Está siendo grosero, me niego a mostrar que me está asustando, aunque definitivamente lo está haciendo. Echa un vistazo alrededor y, al darse cuenta de que el único lugar donde sentarse es la pequeña mesa con sus dos sillas, señala hacia ella.
“Siéntate.” me ordena. Lo miro con desprecio. ¿Quién se cree para darme órdenes así? ¿Cómo puede alguien tan obnoxioso ser mi alma gemela? Tal vez todavía estoy dormida. Me pellizco el brazo y mis ojos se humedecen un poco por el escozor del dolor.