Pañales para dos

Violeta.

Romina no nos mandó a la mierda. Yo sabía. Y Matteo hizo lo suyo, sacó ese niño viejo de adentro y les habló toda la noche a los mellizos. Los escuché escondida atrás de la puerta. No se podía explicar de otra manera, yo no podía: eso que traía venía de antes. Ese era el italiano arrepenti...

Inicia sesión y continúa leyendo