07. Un nuevo magnate

Thomas Russo miró al joven con marcada curiosidad, sus ojos analizaban cada detalle del joven buscando un parecido que encontró de inmediato, se parecía a Bianca su hija quien le había hecho una de las mayores deshoras al involucrarse con un hombre casado. Ella se fue de la casa, alegando que aquel hombre la amaba y se marchó del ala protectora de su padre quien en ese momento era un magnate en ascenso, apenas y era la sombra de lo que era ahora.

El anciano caminaba con lentitud, no le gustaba que la gente le siguiera a todos lados como el presidente de la compañía multinacional que era, le gustaba la soledad, una que se había convertido en su fiel compañera luego de la muerte de su esposa.

—¿Así que eres un Salvatore?

—Así es señor… mi padre…

—Pietro, el muy famoso Pietro Salvatore, lamento decirte que no por las razones que cualquier hijo espera que se recuerde a su padre. Ha sido un gran magnate en su apogeo, pero ahora, con la muerte de su hijo, tu hermano mayor, las cosas se han complicado para él.

—Veo que tiene mucho conocimiento sobre las noticias.

—No hay nada de lo que no se hable en las revistas de cotilleos y en la prensa de negocios. —El anciano tomó un periódico y lo lanzó en su dirección, ambos se encontraban cara a cara, mirándose en el enorme sofá de piel de la inmensa y lujosa oficina de Thomas Russo—. Allí habla que tus acciones han bajado demasiado.

—Lo sé.

Aleksander sonrió.

—Usted parece saberlo todo y me temo que yo no sé nada. Estaba intentando hablar con el señor Russo, pensaba que tal vez podría mostrarle un proyecto en el que he estado pensando, me gustaría mucho formar parte de su círculo de accionistas, pero ahora la situación de mi empresa me impide ofrecerle capital de inversión, sin embargo, confió en que mis ideas sirvan como método de pago y le ayuden al señor Russo en sus negocios—explicó pensando que la lujosa oficina solo podría ser de un hombre cercano al CEO de la empresa—. Solo deseo unos minutos.

—¿No le conoces?

—¿A quién?

—A Thomas Russo —dijo el anciano entrecerrando los ojos esperando ver la capacidad del muchacho para con su lengua. Se aclaró la garganta con un poco de pena, así lo hacía su hija siempre que estaba en una situación comprometedora, luego, acarició el puente de su nariz haciendo al anciano sonreír. Había mucho de Bianca en él.

—No le conozco —respondió con sinceridad, pero sí que había leído lo suficiente como para saber que su empresa era una de las más ricas del país, por eso que Clement, su concuño, buscaba hacer negocios con ellos. Al hacer negocios con los Russo era sinónimo de estatus y poder monetario, son una multinacional—. Sé que es un hombre muy inteligente, escuche que ha venido creciendo de manera rápida y concisa durante estos años, para lograr eso donde los negocios son como una pelea de fieras tiene que ser un hombre muy inteligente y es a lo que aspiro. Soy más joven que mi hermano y me temo que aun con una vaga experiencia en los negocios.

—El querer es poder, muchacho, si decides crecer debes de saber que en un mar lleno de peces tienes que ser un jodido tiburón si es que quieres triunfar, no se llega al escalafón más alto de la élite italiana siendo un hombre con carácter débil. No confundas ser mala persona con tener un fuerte carácter, son dos cosas distintas.

—Me parece un comentario sabio.

—Lo es.

—Llevamos conversando unos minutos y me temo que no sé su nombre.

El anciano sonrió y justo entró su secretaria para dejar dos tazas de té sobre la mesita de centro. Se dirigió al anciano con una leve reverencia y luego desbloqueó su iPad con un lápiz táctil, tenía que recordarle su agenda.

—Señor Russo, su junta comienza en diez minutos, todos están aquí. De la recepción han comunicado que había un joven que deseaba hablar con usted, ha tenido una leve charla con los Donalli, la hija y el yerno de Alfredo Leroux.

Aleksander casi escupe el té que tenía en su boca, estaba hablando con “el señor Russo”, él había investigado que no había más señores Russo, solo uno, el anciano y líder de todo, pues no tenía hijos, ni esposa, ni ningún familiar cercano.

Sus mejillas se tiñeron de rojo pero la leve barba que la decoraba lo oculto de los ojos del hombre quien asintió. Era de él de quien estaban hablando.

—Bueno, parece que el joven revoltoso que deseaba hablar conmigo ha logrado su cometido —bromeó al mirar el rostro de Aleksander, entonces supo que el joven se había dado cuenta de su identidad—. Estaré en la reunión de forma puntual que preparen otro asiento en la mesa directiva, a lado de mi de ser posible, creo que tengo un hombre con potencial al que debo poner atención de manera personal.

—Claro, señor, se hará como usted desee.

La secretaria salió del lugar haciendo resonar sus fuertes tacones en el suelo.

—Lo siento mucho, señor, desconocía completamente que usted era Thomas Russo.

—¿Por qué te disculpas? La gente usualmente me ayudaría no porque soy un anciano que usa un bastón debido a la edad, sino porque esperan recibir de mí una recompensa por sus actos, pero tú muchacho, tú has hecho lo que has hecho sin ver quien era yo y eso habla mucho de ti como una buena persona.

—Haría eso por cualquier persona que necesitase ayuda —admitió.

—Y por tu forma de actuar mereces una oportunidad. El secreto de mi éxito es saber reconocer a las personas correctas, siempre he intentado ser alguien que pueda ver más allá que el caparazón de la gente, le doy una oportunidad a quien la merece y tú hoy te has ganado una conmigo. Iremos a la reunión, con una sola fotografía a mi lado ayudará a tu empresa, sin embargo, quiero escuchar más de ti, prepara una presentación de proyecto y aparta una cita con mi secretaria, deseo verte más seguido.

Thomas sabía que no era momento para decirle quién era realmente, necesitaba corroborarlo, necesitaba saber porqué ahora estaba a lado de Pietro y qué había pasado con su hija. Llevaba buscándola desde hacía tiempo, pero parecía que la tierra se la había tragado. Lo último que supo fue que estaba embarazada y sola.

Ahora, por azares del destino acababa de descubrir que Pietro había sido el infame hombre casado que había seducido a su hija. Terminaron de tomar el té y con confianza el anciano sujetó su bordón tallado en madera con incrustaciones en diamante y oro para luego encaminarse hacia la salida de su oficina.

—Escuche que acabas de casarte.

—Lo he hecho.

—¿Qué tal la vida marital? Es demasiado reciente, pocos días. ¿Por qué estás trabajando y no disfrutando con tu esposa? —preguntó deteniéndose para mirarlo.

Aleksander negó con la cabeza, tenía cosas importantes que hacer, además de poco dinero, solo podía confiar en lo que su padre organizara y él había dicho que no habría luna de miel, por lo menos no, hasta que las cosas mejoraran para su empresa.

—Las cosas no van bien para mí, tengo mucho trabajo.

—Trabajo siempre tendrás, una boda nuevamente, no —el anciano aplastó la punta de su zapato con su bordón haciéndolo quejarse—. Que el trabajo no te consuma, busca la gente adecuada y tendrás tiempo para lo que realmente importa. Anótalo, es el mejor consejo que puedo darte.

El castaño asintió, conforme se acercaban podían escuchar el bullicio de la gente en la enorme sala de reuniones ubicada en el piso más alto del mayor rascacielos de Roma. Aleksander sonrió complacido pensando en la cara de su padre cuando mirara su foto a lado de la de Thomas Russo. Las buenas acciones siempre llaman la buena suerte, no tenía dudas de ello.

Las puertas de doble hoja se abrieron dejando ver al inmenso número de personas que se habían dado cita. Era una reunión importante de accionistas y de posibles nuevos socios en los que se expondrían los números recabados de la empresa en el último año.

—Señor Russo, buenos días.

Todo el mundo se puso de pie y con dos golpes certeros en el suelo todos los presentes tomaron asiento. Las miradas curiosidad observaron al joven Salvatore, pero este mantuvo la calma, el anciano señaló la silla a su lado y juntos tomaron asiento.

Alek sintió como una ola de miradas le comían la nuca y al mirar al fondo, detectó a Clement y a Camille mirándole desde lo lejos con una expresión de enfado. Ellos estaban de pie y Aleksander sentado al lado del presidente Russo.

—Como deben de saber los números de mí corporativo no han hecho más que escalar en los últimos meses, mi fortuna se ha cuadriplicado en tan solo medio año y los números seguirán este patrón escalonado sin detenerse al menos hasta el año siguiente. He aprovechado cada centavo que han puesto en mis manos y lo he convertido en más dinero para ustedes, sus ganancias son jugosas y mi fama lo es más

Los aplausos no se hicieron esperar, cuando se detuvieron el anciano continuó.

—Debo de hacer mencion de la elocuencia y de la inteligencia del joven Aleksander Salvatore, es la primera vez que cruzo palabra con él y me ha impresionado su astucia para colarse a esta reunión. Me recuerda mucho a mi de joven y no me dejaran mentirles, han pasado ya varios años desde que mi cabello fue negro.

Una leve risilla ante su broma acaparó la atención de todos, las cámaras lanzaron decenas de flashes en su dirección y captaron el momento en el que el anciano palmeaba levemente el hombro de Aleksander.

Esa imagen quedaría inmortalizada en la prensa italiana por varias semanas hasta que toda Italia supo que al magnate italiano le había causado grandiosa impresión el nuevo rostro del Corporativo Salvatore.

Más tarde se acercaron sus cuñados a burlarse de él en voz baja:

—Era de esperarse que entraras a esta reunión de colado —susurró Camille—, un bastardo como tú jamás recibiría una invitación.

—Pensé que los Salvatore tendrían al menos algo de dignidad —añadió su esposo con una sonrisa socarrona.

Aleksander bufó.

—Yo busco oportunidades, y si me permiten, he de charlar con un inversor.

Caminó lejos de ellos, para charlar con un inversor británico. No pensaba durar más tiempo siendo rebajado y burlado, con trabajo duro les demostraría lo contrario.

...

—¡Pero qué demonios! —exclamó Pietro a la mañana siguiente cuando antes de que tomara el desayuno mirara a su hijo con la mano de Russo sobre el hombro. Una sonrisa aparecía en el rostro del anciano y la nota que tenía en el encabezado era mejor:

«El ojo crítico del importante magnate italiano, Thomas Russo, quien encabeza la lista de Forbes como el italiano más rico del momento, ha dado el visto bueno y ha idolatrado la inteligencia del nuevo y joven heredero de los Salvatore. ¿Podrá ser el nacimiento de un nuevo magnate italiano de la talla de los Russo?»

Una sonrisa brotó de los labios de Pietro quien no podía creer lo que estaba leyendo. ¿Cuándo había pasado aquello y porque su hijo no le había dicho que se había presentado a la reunión financiera de los Russo? Todo era simplemente una maravilla.

...

En el enorme rascacielos de vidrio y mármol el anciano, Thomas Russo, miraba las fotografías que el detective privado que había contratado le había llevado ante su presencia. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando escuchó lo que tenía para decirle.

—Su hija vivió sus últimos días como madre soltera, crió un buen hombre señor, a pesar de que vivía con carencias, me temo que lo me contó es realidad, el hombre con el que su hija tuvo una aventura era Pietro Salvatore, pero parece haber sido lo suficientemente inteligente como para no decírselo.

—Creo que mi hija deseaba olvidar que yo era su padre, tal vez fui demasiado duro con ella ¿Pero cómo no sentirme así cuando cometió ese acto deshonroso? Deseaba que se casara con un buen hombre, no que fuera amante de un hombre casado.

Miró la fotografía de su nieto y su hija durante la graduación del joven en el bachillerato. Dejo que algunas lágrimas le corrieran por sus mejillas mientras acariciaba la fotografía.

Si tan solo no hubieras sido tan orgullosa, habrías regresado a casa, hija mía.

Thomas pensó que había sido un mal padre, se sentía en deuda y había sentido una paz al hablar con aquel joven que no dudo en que tal vez la vida le estaba dando una segunda oportunidad.

—Investiga la posición de mi nieto con los Salvatore, necesito saber si Pietro intenta redimirse

como padre o solo lo está usando como un tablero de ajedrez, porque ningún Russo debe ser tratado como escoria mientras yo viva.

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