Capítulo 40

El sol de la mañana pintaba rayas doradas en la oficina de Alexander, en la cima de Pierce International. A sesenta pisos sobre Manhattan, la ciudad se extendía bajo él, un vasto y brillante tablero de ajedrez donde cada pieza se movía según planes invisibles. Desde esa altura, todo parecía distante...

Inicia sesión y continúa leyendo