Capítulo 2 Capítulo 2
La joven simplemente mordió sus labios, tratando de contener cualquier gemido al sentir como los dedos del hombre separaban sus labios v@ginales y comenzaban a acariciar a lo largo de estos, logrando estremecerla de pies a cabeza.
—Estas tan mojada y caliente, veo que disfrutas ser tratada como a una zorr@. —Él se relamió sus labios y a los ojos de Denisse, era tan jodidamente sensual.
El hombre comenzó a masajear su clítoris, en un comienzo eran masajes suaves, los que poco a poco se tornaron más rápido e intensos. Él disfrutaba ver a Denisse reducida a un montón de jadeos y ella suplicaba en su mente que nadie se diera cuenta de que algo pasaba por la forma en que ella se retorcía sobre su silla.
Los dedos de su amo abandonaron su clítoris y ella se jadeó en protesta, sin embargo, rápidamente esos dedos se introdujeron en su interior. Primero uno, después de unos segundos se le unió otro y otro y otro, finalmente terminó con cuatro gruesos dedos dentro de su coñ@ los cuales bombeaban de manera bestial.
No pasó mucho tiempo antes de que un intenso orgasmo la azote de pies a cabeza. Su cuerpo comenzó a temblar y gimió profundo, agradeciendo la música de fondo que amortiguó su escandaloso gemido. En sus veinticinco años de vida, jamás había experimentado un orgasmo tan intenso y letal como este, eso que el hombre solo la había follado con los dedos. No quería llegar a imaginar lo que sería tener la poll@ dura y húmeda de ese bombón en su interior.
—Estuviste perfecta, mascota. —El hombre se puso de pie y dejó un par de billetes sobre la mesa para pagar lo que ambos habían consumido.
—¿A dónde iremos ahora? —Preguntó con la voz entrecortada mientras que limpiaba la humedad de sus muslos y coñ@ con un par de servilletas.
—A dónde irás tú, de eso no tengo ni la menor idea, pero en lo que a mí concierne, tengo mucho por hacer esta noche. —Le guiñó un ojo y le dedicó una sonrisita socarrona. —Nos volveremos a ver, mascota, pronto te contactaré.
Antes de que Denisse pudiera decir palabra alguna, el misterioso hombre se marchó perdiéndose entre las personas que empezaban a llegar al bar. A pesar de que H.Dom se había ido, se sentía completamente satisfecha, con la esperanza de volverlo a ver, poder experimentar mucho más con él y someterse a sus caprichos y deseos.
Denisse estaba en su departamento, sentada frente al ordenador tecleando rápidamente cuando recibió un mensaje privado. Dejó de lado el informe que estaba haciendo y abrió la página web, seleccionó la opción de mensajes y una ansiedad abrumadora la invadió al ver que el mensaje era de H.Dom. Su corazón comenzó a latir con prisa, demasiado ansiosa y necesitada de volver a experimentar con él.
“Quiero verte hoy, te espero a las 16 horas en la suite del hotel Savoy. Da tu nombre en la recepción, inmediatamente te guiarán a la suite. Puedes venir vestida como mejor te parezca, después de todo, la ropa no lucirá demasiado en ti. Te prefiero desnuda. " H.Dom.
Inmediatamente apagó su computador y corrió rumbo a su habitación, el informe podía esperar, todo podía irse muy a la mierd@ en ese momento. Ya eran las 2 de la tarde y necesitaba estar lista para el encuentro con su amo, ya que desde el primer momento él dejó muy en claro que no le gustaba la impuntualidad.
Se colocó un traje de dos piezas el cual resaltaba el reciente bronceado de su piel, dejó su largo cabello rubio suelto y pintó sus labios de rojo carmín, tal cual él manifestó que le gustaba. Se miró en el espejo y sonrió satisfecha, se veía hermosa y elegante, totalmente acorde para asistir a un hotel de lujo como lo era el Savoy. Era un hotel de lujo, donde las personas más ricas del país asistían. ¿Cómo es que su amo podía permitirse costear una habitación tan costosa como esa?
Salió de casa y tomó un taxi, necesitaba ahorrar para un automóvil, por último uno de segunda mano, necesitaba tener mayor libertad para movilizarse por la ciudad. Durante el trayecto, el corazón de Denisse latía con furiosa violencia y sus órganos parecían querer anudarse por los nervios. La ansiedad se estaba volviendo un sentimiento bastante frecuente desde que H. Dom había entrado en su vida.
Finalmente el automóvil se detuvo y Denisse bajó con toda la clase y elegancia que pudo. Se adentró rápidamente en el hotel, ya eran las cuatro de la tarde en punto y no deseaba disgustar a su amo. Aunque una parte de ella, ese lado más retorcido y salvaje, deseaba ver qué haría H. Dom si ella no cumplía con sus órdenes que con tanta claridad impuso. Quizás el castigo pudiera resultar igual de placentero que sus encuentros.
—Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarla? —Cuestionó tan amablemente la recepcionista, quién esbozó una sonrisa forzada al verla.
—Buenas tardes, soy Denisse Bennett y me están esperando en la suite principal. —Esbozó una sonrisa para corresponder a su gesto y se removió incómoda cuando la recepcionista la miró fijamente por un par de segundos que le resultaron eternos.
—El señor Koch la está esperando —la joven recepcionista abandonó su puesto de trabajo y guió a Denisse hacia el ascensor exclusivo, el que era utilizado solamente por las personas que se hospedaban en la suite principal. —Este elevador la llevará directamente a la suite principal.
—Muchas gracias —se apresuró a decir Denisse antes de que las puertas del ascensor se cerraran y emprendiera completamente sola el viaje a la suite donde H. Dom la esperaba.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Denisse observó todo maravillada, estaba dentro de la suite principal la cual ocupaba completamente las dimensiones del hotel y todo ahí dentro era lujo puro. Pero su mirada finalmente se detuvo en él, que sin importar la opulencia del lugar brillaba en medio de todo. Porque ese hombre era endemoniadamente bello y sensual.
—Has llegado cinco minutos tarde —habló con esa autoridad que lo caracterizaba y a Denisse le temblaron las piernas. —Pensé que había sido claro al exigir puntualidad.
—Lo siento mucho, amo... Salí con bastante anticipación de casa, pero el taxi tardó en llegar y había bastante tráfico en la ciudad. Pero... ¿Cómo puedo encomendar mi error?
—Te quiero desnuda ahora mismo, luego te quiero de rodillas y vendrás a mí de ese modo. —Ahí estaba otra vez esa sonrisa torcida que a Denisse tanto le gustaba.
—Si, amo... —Su voz tembló a causa de la excitación. La idea de su amo hizo palpitar su coñ@ el cual comenzaba a humedecerse rápidamente.
Denisse se quitó la ropa lentamente, comenzando por su saco a medida de color blanco y culminando por su sujetador de encaje rojo, dejando sus generoso pechos al descubierto. Para ese entonces, sus pezones estaban completamente erectos y duros como una piedra.
Ella notó la intensa mirada de su amo, quién se deleitaba con sus senos, los cuales se balanceaban de un lado a otro mientras se quitaba la falda y su tanga. Una vez desnuda y con la ropa regada por el piso se puso de rodillas y avanzó lenta y sensualmente en esa postura a donde él estaba. El hambre con el cual el hombre la miraba la hacía sentir satisfecha y orgullosa de su buena apariencia.
Él se inclinó levemente y con su pulgar le acarició la barbilla culminando con el recorrido en sus carnosos labios, pintados de un carmín tan intenso que resaltaba en su bonito rostro. Ante su solo tacto, Denisse jadeó, deseando más de él, de su tacto. Poder seguir experimentado la calidez que irradiaba de su tacto, de las sensaciones que provocaban en todo su ser.
—¿Tienes idea de quién soy yo? —Él se relamió los labios y ella asintió frenéticamente.
—Eres mi amo y eso es todo lo que necesito saber. —Fijó su mirada en él, disfrutando de la expresión de satisfacción que tenía el hombre en el rostro. Al parecer estaba dando en el clavo y comportándose como a él le gustaba.
—Muy bien preciosa, ha sido una excelente respuesta. —Posó sus grandes manos en los hombros de la joven mujer y la ayudó a ponerse de pie guiándola a la cama.
El hombre le toma la mano, la guía hasta la cama. Una cama redonda, amplia, muy amplia, con bonitos cojines de color burdeo adornando las mangas de seda negra. Él con un gesto le indicó que se recueste y ella sin cuestionarlo siquiera se dejó caer en la cama. Todo su cuerpo se estremece al sentir la frescura de la seda haciendo contacto con su piel extremadamente caliente.
Denisse observó cómo el hombre sacaba unos pañuelos de seda roja de uno de los cajones y con extrema delicadeza ató sus muñecas a la cabecera de la cama. La sensación que le provocaba sentirse indefensa frente a él la hizo humedecerse completamente. Podía sentir sus fluidos resbalar por sus muslos internos, como clara prueba de su deseo y excitación.
—Si algo te molesta o te incomoda debes decírmelo, la idea de este encuentro es que ambos disfrutemos al máximo. —Hablaba con total calma mientras ataba cada uno de los tobillos de la rubia a cada extremo de la cama, dejándole las piernas completamente abiertas, totalmente expuesta para él.
Denisse, atada de esa manera se sintió tan vulnerable y expuesta. Aún así, a pesar de esas emociones la excitación iba en aumento. H. Dom. se sentó junto a ella y con sus dedos gruesos y ásperos comenzó a acariciar la barbilla bien definida de la joven. En respuesta, Denisse respiró temblorosamente y arqueó su columna.
Con extrema lentitud, deslizó sus dedos por el pecho de Denisse, acariciando sumamente con la yema de sus dedos los generosos pechos de esta y sus endurecidos pezones. Ante el contacto ella gimió, necesitando desesperadamente mucho más contacto de su parte.
—Eres hermosa mi querida mascota. —Confesó él con su voz cargada de excitación. La erección entre sus pantalones comenzaba a ser dolorosa.
Las emociones y sensaciones en el cuerpo de Denisse fueron cambiando a medida que las caricias se intensificaban. Todos sus temores fueron reemplazados por la.calentura del momento, por que las hábiles manos del hombre sabían perfectamente dónde y como tocar para hacerle perder la cabeza.




























