52. Tendremos un hijo

SILVANO.

—Tranquila, pequeña —acaricié la espalda de Karina, quien aún aferra mi camisa, sollozando como un bebé —estoy aquí, ¿no me ves? Ya no llores.

Nos encontramos en su habitación, ya que casi desmayó por alguna razón. O sí sé la razón, y es, obviamente, la impresión que le causó todo esto. M...