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Zorah observó cómo el hombre al que Ícaro llamaba El Morsa tragaba y asentía antes de sonreír suavemente.

—Eres muy fuerte, Zorah Esposito.

—Lucchesi —lo corrigió bruscamente—. Aunque no parezca que lo entiendas, en realidad nos casamos en una ceremonia en la iglesia con licencia y por un sacerdot...