


TESTAMENTO
Capítulo 3
Llegue a la oficina del abogado de la familia, quien siempre manejo mis asuntos y los de mi esposo
Quería que esto terminara, sabía que Angeles y yo eramos las únicas herederas, estaba preparada para que le dejara algo a su hijo ilegítimo, era lo justo.
Solo tenía que contener mis lágrimas y esperar a que está pesadilla terminará con la lectura del testamento y un poco de dinero.
Mi prioridad era reconstruir mi vida después de este caos, intentar acercarme a mi hija, nuestra relación estaba rota.
Esta mañana quise hablar con Angeles, Pero al llevarle el desayuno a la habitación, su ausencia fría fue lo que encontré.
"Mamá, perdón por todo. Necesito irme un tiempo. No puedo estar aquí."
Rabia. Dolor. Desesperación.
Estaba destrozada por la muerte de Manuel, su padre, solo me quedaba esperar que, con el tiempo, pudiera superar su duelo.
Su tristeza era distinta a la mía. Ella lloraba la pérdida de un padre perfecto, mientras yo debía arrancarme del pecho a un hombre que me traicionó.
Gustavo, el amigo de Manuel, y abogado que tenía el testamento y me cito para dar lectura al documento, me recibió con un beso en la mejilla.
—Sé que hoy es un día difícil para ti, pero quiero que sepas que cuentas con mi apoyo —dijo con voz firme.
Su tono me dejó helada. Algo no estaba bien. Estaba preparada para que Manuel hubiera dejado una parte de su fortuna a Rosario y su hijo, pero había algo más.
—Gustavo, dime la verdad de inmediato —exigí, cruzándome de brazos—. No quiero discursos ni excusas. Solo quiero firmar y largarme.
Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió. Noel entró acompañado de Rosario.
Mi estómago se revolvió al verla. Afuera, la niñera se quedó con su hijo. No quise mirarlo. No quería conocer la prueba viviente de la traición de Manuel.
—Entiendo que Rosario esté aquí —dije, controlando mi furia—, pero Noel no tiene nada que hacer en la lectura del testamento.
Noel se tensó.
—Debe quedarse —intervino Gustavo—. Todas las personas mencionadas en el testamento deben estar presentes.
Respiré hondo. Ya había perdido demasiado. Uno más, uno menos, no haría diferencia.
—Terminé con esto rápido —dije, fijando la mirada en Noel.
Pareció incómodo. Desvió la mirada y se sonrojó.
Gustavo abrió la carpeta y nos mostró la firma de Manuel antes de comenzar a leer:
"Si este documento se está leyendo, es porque Amanda ya sabe la verdad. Quiero pedirle perdón por vivir una doble vida. Sé que no debí mentirle, pero mi corazón estaba dividido. Amo a Rosario, pero también amo a mi esposa. Sé que mis decisiones traerán desprecio, pero esto es lo que considero justo."
Mis uñas se clavaron en la tela de mi vestido.
"Mis disposiciones son las siguientes:
1. Amanda y Rosario tendrán los mismos privilegios económicos. Sin embargo, solo Amanda será reconocida ante la sociedad como mi viuda.
2. La casa familiar, al ser patrimonio histórico, no podrá venderse. Ambas familias deberán compartirla. Quien no acepte esta condición, perderá todos los beneficios del testamento.
3. Amanda será la única dueña de la empresa hasta que mis hijos cumplan 21 años. A partir de entonces, la compañía se dividirá en dos partes iguales.
4. Como considero que Amanda no está capacitada para manejar la empresa, dejo a Noel como CEO y nuevo señor de la casa."
El aire me faltó.
¿Qué demonios había hecho Manuel?
Miré a Rosario. Sonreía con superioridad, disfrutando cada segundo de mi humillación.
No podía permitir esto.
—Déjenme algo muy claro —dije, poniéndome de pie—. No me han ganado. Esta batalla apenas comienza, y en las carreras largas siempre hay revancha. No voy a permitir que destruyan lo que me pertenece.
Rosario soltó una carcajada burlona.
—El título de esposa no te sirvió de nada. Estamos en igualdad de condiciones. No te queda otra opción más que aceptarlo.
Me lanzó una última mirada triunfal antes de salir, anunciando que por la tarde se instalaría en mi casa.
Mi casa.
Sentí que la sangre se me helaba.
Volví la mirada a Noel. Estaba pálido.
—No tenía idea de esto —murmuró—. No permitiré que Rosario te falte al respeto. Eres la esposa de Manuel, y haré que lo respete.
Solté una risa amarga.
—No espero nada de ti. Esto es lo que querías, ¿no?
Tomé mi bolso y salí. Tenía que hablar con Ángeles antes de que todo se desmoronara aún más.
---
Cuando le conté la verdad a Ángeles, ella tembló de rabia.
—No puede ser cierto… —susurró, con los ojos llenos de lágrimas—. ¡No mientas!
—Hija, no tengo razones para inventarlo. Ellos llegarán hoy a la casa. Tendremos que soportarlos por tres años.
Me abrazó, y por un momento pensé que, al menos, la tendría de mi lado.
Pero luego me miró con una frialdad que me heló los huesos.
—Si papá buscó a otra mujer, fue tu culpa.
El golpe fue brutal.
Me quedé en silencio. Como tantas veces antes.
---
Los autos llegaron poco después. Desde el balcón, Ángeles y yo observamos cómo Rosario bajaba dando órdenes, como si ya fuera la dueña de todo.
Noel se detuvo y me miró.
Mi corazón latió más rápido.
No era posible. No podía ser posible.
No debía sentir eso.
Hacía años que no sentía esas mariposas en el estómago. Ni siquiera con Manuel.
Cerré los ojos, obligándome a respirar. Él era mi enemigo.
Era de costumbres anticuadas, le guardaria luto a Manuel, era mi deber como esposa.
Me quedé mirando una mariposa que se poso en la ventana, suspiré ¿Por qué hacerlo?
El no respeto nuestro matrimonio, me engaño, se burló de mi amor, Pero no conforme nos igualo a Rosario y a mi, las dos teníamos los mismos beneficios.
Noel y yo no podíamos repetir lo que sucedió en la noche, pero su estaba segura que ele había hecho abrir los ojos, no era una esposa perfecta o una madre ejemplar, sencillamente era una mujer.
Pero antes de que pudiera apartar la mira
da, Ángeles murmuró algo que me hizo estremecer.
—Bueno… al menos hay algo bueno. Tendré a Noel muy cerca. Y espero que no interfieras.