Isa

—¡Dámela! Por favor, dámela… —supliqué, dando un paso adelante, con el corazón a punto de estallar en mi pecho.

—¿Así nomás? ¿Después de todo lo que hiciste? —bufó Eloísa, con la voz rasgada y la mirada completamente desquiciada—. Esta niña es mía ahora… Ella llenará el vacío que tú dejaste en mi v...

Inicia sesión y continúa leyendo