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NARRA BERENICE

Por fin era sábado a la tarde, solo faltaban diez minutos y podría ir a mi hogar. La mayoría de mis compañeros de trabajo se estaban yendo y yo no veía la hora de estar con mi hijo. Estaba juntando mis cosas cuando el intercomunicador comenzó a sonar.

—Ven, Berenice —llamó mi jefe c...