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NARRA EMERSON

Ese maldito perro, ¿Quién demonios se creía que era para interrumpir en mi oficina y encima llevarse a mi Berenice? Desde que ambos habían traspasado esa puerta yo estaba hecho un manojo de nervios, ¿De qué estarían hablando? Y… ¿Si el chucho ese le decía que estaba enamorado de ella?...