46

NARRA EMERSON

Ese maldito perro, ¿Quién demonios se creía que era para interrumpir en mi oficina y encima llevarse a mi Berenice? Desde que ambos habían traspasado esa puerta yo estaba hecho un manojo de nervios, ¿De qué estarían hablando? Y… ¿Si el chucho ese le decía que estaba enamorado de ella?...

Inicia sesión y continúa leyendo