67

NARRA EMERSON

Habían pasado unas dos horas y aún no teníamos noticias. Berenice estaba muy nerviosa y la comprendía. Estaban en juego dos vidas. Aunque no debíamos ser pesimistas, el miedo estaba latente.

—¿Cuánto más tardarán? —preguntó por enésima vez mi novia.

—No lo sé, cariño —contesté lleva...

Inicia sesión y continúa leyendo