Capítulo 24 CAPITULO 24

El silencio en la cabaña era insoportable. La madera crujía con cada ráfaga de viento que entraba por las ventanas rotas, como si la casa misma guardara el eco de lo ocurrido. La marca de Mía aún ardía, aunque más leve, como si se hubiese alimentado del pulso que ella misma había liberado minuto...

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