Capítulo 34 35

Mía permanecía en silencio, con el diario apretado contra su pecho, como si al sostenerlo pudiera aferrarse a su madre, a ese lazo que jamás conoció pero que ardía en cada palabra escrita. Las lágrimas le empañaban la visión, pero aun así seguía leyendo, como si su alma necesitara absorber cada líne...

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