Capítulo 12 Testigo de cosas turbias

Cuando se separaron, Amanda tenía los labios entreabiertos y la mirada perdida.

—No deberías hacer eso —susurró, sin convicción.

—¿Por qué no? —preguntó él, acariciándole el rostro con el pulgar—. No te he obligado.

Amanda apartó la vista, con el corazón desbocado.

—Porque esto… —dijo con un hil...

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