Capítulo 41 — Mi Propia Rebeldía

El coche seguía en movimiento. El silencio se había roto con nuestra pelea, pero el ambiente era pesado. Alejandro, con su cara de pocos amigos, condujo un rato. Yo estaba demasiado molesta para mirar el paisaje.

De repente, se desvió a un camino apartado, un sitio oscuro donde casi no pasaban coch...

Inicia sesión y continúa leyendo