


Capitulo 1 Episodio 2 El Mensaje
—¿Hola? Buena noche, ¿con quién tengo el gusto de hablar? —Se escucha, al fondo, una voz que transmite desesperación, acompañada de un dolor punzante y un leve llanto conmovedor que eriza la piel, generando una sensación de profundo sentimiento que trasciende en cariño y afecto. Al final, se percibe la voz de una niña que expresa un intenso temor.
—¡Por favor, ayúdame! Señora Natasha, me tiene secuestrada. ¡Dios, estoy aterrada y no sé qué hacer! Me siento muy mal. ¡Te lo suplico! —sollozó. Ella reaccionó instantáneamente, aunque invadida por el temor.
—¿Michell, eres realmente tú, mi niña? —preguntó, cerrando los ojos por segunda vez.
Mientras se llevaba la mano al pecho, su corazón se llenó de angustia al escuchar que la niña estaba en peligro, y jadeó recorriendo su mano por su boca en un gesto de desesperación.
—Sí, señora Natasha, soy Michell. Le ruego que me escuche. Me han disparado en el abdomen y tengo una herida grave en la pierna. Además, tengo una lesión en mi mano derecha y realmente no puedo soportar el dolor. No sabía a quién acudir. ¡Dios mío!
—No, hiciste bien en llamarme. Escúchame con atención, te pido que mantengas la calma. Sé que debes estar sintiéndote muy angustiada, pero es importante que no te desesperes. Primero que nada, necesito que me respondas: ¿Dónde te encuentras? Y, por favor, dime si estás sola, mi niña —preguntó de inmediato.
Michell observa a su alrededor con expresión de pánico y nerviosismo antes de volver a la llamada. —¡No sé dónde estoy! Está oscuro, pero creo que me encuentro en un lugar alejado del pueblo, en una montaña. Hace mucho frío y, aunque no estoy sola, parece que hay dos personas más aquí, pero no puedo distinguir bien el entorno.
Mientras hablaban, sus ojos reflejaban el temor que sentía. Natasha, preocupada, se llevó la mano a la cabeza y revisó la agenda. —¡Dios santo! Mi niña, mantén la calma —expresó con angustia, moviéndose inquieta en su asiento y apartando la agenda.
—¿Qué debo hacer? Señora Natasha, por favor, dígame —preguntó con evidente temor. —Michell, escúchame perfectamente: debes salir de allí. Levántate y aléjate lo más rápido que puedas de ese lugar.
—No te detengas bajo ninguna circunstancia, ¿me has entendido? ¡No te detengas, por favor! ¡Hazlo ya! —dijo gritándole, pero ella se levantó del suelo asustada y dolida. Sin pensarlo, salió corriendo, internándose entre los arbustos y rozando su rostro con las ramas de los árboles.
Continuó su carrera sin detenerse, sumida en un momento de tensión y dolor, sintiendo que su vida pendía de un hilo. Simultáneamente, el desespero y la acción se desatan cuando ella responde la llamada de Saimo, que había dejado en espera, llevándolo a reaccionar de inmediato, sobresaltado. Con voz firme y autoritaria, ordena:
—¡Agente! Comuníquese de inmediato con el comando regional para solicitar la activación del protocolo 65. Esto es un código alfa. ¡Urgente! Pues, estamos ante una emergencia que puede costar vidas. —jadea.
—Necesito que en la central enciendan el sistema y contacten al Ministro de Defensa. También necesitamos activar el equipo de rastreo. Es de suma gravedad, por lo que requiero que me rastreen, pero de inmediato, el número de celular que te voy a enviar. ¡Actúa ahora! —gritó, pasándose la mano por la cabeza y nerviosa, moviendo su cuello en círculos.
—¡Ok, ya... voy, voy!
Tras el sorpresivo grito que ella le lanzó, se levantó rápidamente de la cama, cayendo de un lado. Se colocó un pantalón de un solo tirón y salió corriendo hacia el sótano, donde se encontraba el equipo. Es un dispositivo altamente tecnológico de rastreo y tiene conexión satelital con el centro de tecnología en una órbita de escala numérica desde quince centímetros de longitud que captura alrededor de trescientos grados para una visualización digital del programa (ONR).
Recorriendo el pasillo, deslizándose con sus pies descalzos y bajando las escaleras con cierto riesgo de caer, utiliza las barandas para mantenerse en equilibrio. Conectando los interruptores, activa todo el equipamiento y finalmente se sienta en una silla, visiblemente agitado y fatigado. Tras unos minutos, su esposa Violeta descendió las escaleras. Acomodándose la bata de dormir y sujetándola con una tira en la cintura, hizo un lazo. Al llegar casi a la mitad de la escalera, él la sintió bajar y se volvió a mirarla mientras ella comenta:
—¡Te lo dije! —mirándolo fijamente a la cara y seriamente añadió:
—¿Qué era una emergencia? Voy a preparar café y algo de comer, ya que veo que esto será por un buen rato y, sin duda, la noche será bastante interesante. —Dicho esto, se dio la vuelta.
Mientras él se cubre el rostro con la mano y baja ligeramente la mirada con alegría, ríe. —Por eso es que te amo tanto, mi vida. —Luego, guiñando el ojo derecho con expresión emocionada, se lleva la mano a la boca y lanza un beso prolongado. Al darse la vuelta para mirar al equipo, hace sonar los dedos rimando con cuidado la silla, encogiéndose de hombros mientras adopta una actitud indiferente y toca suavemente las teclas del teclado, susurrando.
—¡Comencemos de inmediato! Voy a contactar al comando para que activen el programa —dice bostezando.
Mientras tanto, Natasha continuaba conversando con Michell. —No pierdas por nada, ¡escucha bien ese celular! Es nuestra única herramienta para rastrearte y llegar a donde te encuentres. Confía en mí; te prometo que iré a buscarte. —se apretó el pecho con una mano mientras la niña corría angustiada y hablaba con un tono agitado.
—¿Me lo juras? Y me lo prometes. —respondió entre lágrimas mientras se abría paso entre los arbustos, sintiéndose incómoda al no poder distinguir muy bien el camino. Natasha se detuvo, apoyando su mano en la pared, y le dijo:
—Sí. Pero sigue corriendo, pequeña, y no te detengas. Sé que estás muy dolida, pero debes resistir. ¡Vamos! —gritó con fervor—. "No dejes que ese miedo te venza; lo más importante es que seas fuerte. Depende de ti salir de ese lugar, y ya salgo de inmediato. ¡Aléjate ya!" —pronunció con voz fuerte. Mientras la niña corría, sintiéndose muy agotada y sudando, le respondió:
—"¡Está bien! Natasha, te entendí!", —dijo con su voz entrecortada por el dolor y las lágrimas. Continuó: —"¡Ay! Sí, lo sé, pero estoy sufriendo mucho, señora. También estoy sangrando demasiado".
En ese momento, las lágrimas brotaron de nuevo de sus ojos. Se detuvo a escuchar y dijo: —"¡Ten el celular a mano, que te volveré a llamar!" —antes de finalizar la llamada. Natasha buscó las llaves y algo de dinero. Encontró en una habitación un celular adicional junto con sus credenciales y el permiso de conducir. Luego se dirigió a una habitación más pequeña en busca de una muda de ropa negra y comenzó a vestirse rápidamente. Se puso unas botas del mismo color y, mientras ajustaba las trenzas...
Colocó su celular en el oído, sosteniéndolo en el hombro izquierdo. Al terminar, se puso de pie y dio unos pasos, llamando de nuevo.
—Michell, ¿estás corriendo? No te detengas —dijo con voz entrecortada.
—Sí, estoy corriendo, pero me siento agotada y no sé si podré soportar todo este dolor. —¡Calma, estoy aquí! Estoy saliendo en este instante, pero debes escabullirte y alejarte lo más que puedas. Sé que sientes miedo y dolor, pero es fundamental que resistas. Michell, estoy segura de que lo lograrás, pero necesito tiempo para localizarte y rescatarte.
—Sé que la distancia es considerable, pero viajaré en helicóptero hasta Trujillo. Debes avanzar con precaución y ganar terreno. Escucha bien: las dos personas que veo aún no se han percatado de que no estás en el lugar. Este es un punto a nuestro favor; tenemos que aprovechar la distancia al máximo. ¡Ten mucho cuidado! Y no dejes de moverte, por favor. —¿Por qué? —pregunto asustada, deteniéndome. Luego agrego: —No me asustes, señora Natasha. —Retomo el camino, tomando un suspiro profundo, mientras miro con ojos tensos.