

El Señor del Valle
Monica Prelooker · En curso · 30.4k Palabras
Introducción
Conocerla cambiará su vida para siempre, empujándolo a desafiar todas las leyes de su pueblo por su amor.
Esta historia es paralela a Valle de los Lobos, y termina después del final de esa novela, respondiendo lo que quedó pendiente
Capítulo 1
Las oscuras nubes de tormenta ocultaban las estrellas, reflejando con un ominoso tinte sangriento las llamas que devoraban la aldea abandonada. Y en los campos vecinos, la escarcha tardía crujía bajo los cascos de los caballos de batalla y las patas de los gigantescos lobos. Gritos, relinchos y aullidos llenaban la noche en aquella lucha feroz, a muerte.
Los jinetes, liderados por un guerrero de larga cabellera rubia, intentaban contener la embestida de los lobos con lanzas y espadas de plata, pero poco a poco cedían terreno. Los lobos esquivaban sus lances para atacar primero a sus cabalgaduras, desgarrando tendones, cuellos, vientres, para desmontar a los jinetes. Entonces se lanzaban sobre ellos, indiferentes a cortes o puntazos, los enormes colmillos listos para cerrarse sobre los cuellos de sus enemigos.
Una decena de guerreros, asediados por los lobos, rompió filas y volvió grupas, huyendo al galope hacia la aldea. El lobo que lideraba la carga, una enorme criatura negra de ojos dorados, remató al jinete con el que luchaba y se lanzó tras los fugitivos. El resto de los lobos oyeron su llamado en sus mentes por todo el campo de batalla:
—¡A mí!
Media docena de lobos se desentendió de la lucha para ir tras él.
—¡Padre! —gritó alarmado otro lobo negro.
Oyó su grito replicado por dos lobos más desde distintos puntos del campo, mientras él se defendía de tres jinetes que intentaban traspasarlo con sus hojas, y no lograba abrirse paso entre ellos para ir tras el Alfa.
—¡Milo! ¡Mendel! —llamó, cerrando sus fauces en torno a la pata trasera de un caballo.
El animal se encabritó con un relincho, arrojando a su jinete de espaldas sobre la tierra congelada y quebrándole la espalda. El lobo sintió el agudo dolor de un lanzazo en su anca y se volvió para arrancarse de la hoja. Esta vez, sus colmillos se clavaron en la pierna misma del jinete que lo hiriera, desgarrándola de un tirón brutal a la altura de la rodilla.
—¡Yo iré!
El lobo vio a uno de sus hermanos saltar sobre un caballo, derribar al animal y a su jinete y dirigirse al hueco en las filas enemigas. Se deshizo apresurado del último jinete, pero cuando quiso seguir a su hermano, la herida en su anca le impidió correr.
—¡Mael! —llamó su otro hermano—. ¿Estás herido?
No se molestó por responder. Ignoró el dolor del corte sucio de plata, y el ardor ponzoñoso que comenzaba a expandirse desde la herida, y se dirigió lo más rápido que podía hacia la aldea. Su hermano llegó a su lado desde el extremo opuesto de los campos, y juntos lucharon por abrirse paso en pos de su padre.
De pronto los jinetes se reorganizaban ante ellos, ofreciendo un frente más compacto y difícil de penetrar.
—¡Padre! —volvió a llamar el lobo, sin obtener respuesta, dirigiéndose con su hermano hacia donde veían menos jinetes para tratar de romper el cerco.
Entonces oyeron los aullidos pidiendo ayuda desde la aldea.
—¡Lo capturaron! —exclamó su hermano desde allí.
Los dos lobos negros rugieron enfurecidos, y el que estaba ileso se adelantó, derribando a cualquiera que intentaba interponerse en su camino.
—¡Se lo llevan!
El lobo herido abrió su mente al resto de los suyos para que todos lo escucharan.
—¡No les permitan retroceder!
Hizo caso omiso del corte sangrante en su anca para seguir como podía a su hermano, que le abría camino dejando un tendal de caballos heridos y jinetes aplastados bajo sus monturas. Fue tras él rematando enemigos. Mientras tanto, a sus espaldas, el grueso de los lobos continuaba luchando, intentando por todos los medios rodear a los jinetes, o al menos empujarlos hacia los campos.
Se adentró en la calleja que llevaba al centro de la aldea, rodeado de chozas y cabañas que se derrumbaban en llamas, siguiendo los ruidos de lucha allá adelante. Pronto cruzó a varios lobos heridos que se alejaban de la pelea por orden de sus hermanos, para evitar ser capturados también.
—Era una emboscada —dijo uno, que apenas podía sostenerse en pie, el lomo abierto de una estocada—. Una docena de pálidos aparecieron de la nada y nos cortaron el paso, cubriendo la retirada de los que atraparon al Alfa.
¡Una docena de pálidos! El lobo maldijo tratando al menos de trotar hacia el pozo. Entonces oyó relinchos y cascos al galope que se alejaban por el otro extremo de la aldea.
—¡Retrocedan! —ordenó a los que se adelantaran tras el Alfa—. ¡Retrocedan todos! ¡Liquiden a los que quedan!
Su autoridad como Beta se impuso hasta a los más enardecidos, y pronto los lobos comenzaron a pasar corriendo a su lado en dirección opuesta, de regreso hacia los campos para poner fin a la batalla.
No tardó en reunirse con sus dos hermanos en el centro de la aldea en ruinas. Ninguno de los tres dijo una sola palabra. Que no pudieran escuchar al Alfa tenía un solo significado: los parias lo habían encadenado con plata.
Ahora resultaba evidente que los parias habían enviado a sus vasallos por delante a luchar en los campos, ordenándoles abrir aquel hueco en sus filas para atraer a los lobos más audaces. Y emboscados en las estrechas callejuelas aguardaban los guerreros más fuertes, reconocibles por sus claras cabelleras. Habían atrapado al Alfa y cuatro más con gruesas redes, hiriéndolos con múltiples lanzas de plata para debilitarlos, y se los habían llevado a rastras de sus sementales de batalla hacia el oeste.
—Tienes que curar esa herida, Mael —dijo el otro oliendo la grupa de su hermano herido.
—No hay tiempo —gruñó el lobo, los ojos dorados fijos en la densa oscuridad más allá de las casas en llamas—. Tenemos que seguirles el rastro y liberar a padre lo antes posible.
—No llegarás lejos si sigues perdiendo sangre —replicó su hermano—. Ve a hacerte curar. Nosotros los rastrearemos y te nos unirás cuando los hallamos localizado.
El lobo no respondió, ni siquiera los miró. Permaneció allí junto al pozo cuando sus hermanos se alejaron a largos saltos para desaparecer en la noche. Entonces alzó la cabeza al cielo y soltó un largo aullido. En el campo de batalla, los lobos lo oyeron y se lanzaron con todas sus fuerzas sobre sus enemigos. Poco después, no quedaban jinetes vivos en los campos.
De regreso en el campamento improvisado al sur de la aldea, la jefa de las sanadoras que acompañaban a los lobos estaba al tanto de la gravedad de la situación. En cualquier otro momento, y con cualquier otro herido, habría objetado lo que el lobo le ordenó que hiciera. No en esa ocasión.
—Tal vez nunca te recuperes totalmente —se limitó a advertir.
—Hazlo —gruñó el lobo.
La loba no insistió. Aguardó a que cambiara y se tendiera frente a ella. El lobo mordió la madera que le ofrecía la sanadora y cerró los ojos y los puños, decidido a tolerar cuanto dolor fuera necesario.
Mientras la sanadora limpiaba su herida, antes de aplicar dagda molida directamente dentro del corte y suturarlo, varios lobos dejaron el campamento tras los pasos de los que rastreaban al Alfa cautivo.
La sanadora trató de detenerlo cuando mandó que le trajeran ropas, armas y su caballo. Él se negó a escuchar razones. Si no podía luchar en cuatro patas, lo haría en dos piernas, pero no se quedaría en el campamento esperando noticias. Ahogó un gemido de dolor al montar y dejó el campamento a la cabeza de todos los lobos en condiciones de volver a combatir.
Sus hermanos habían localizado el campamento enemigo. A pesar de que los guardias eran todos humanos, el perímetro estaba demasiado custodiado para intentar nada hasta que el sol estuviera alto. De modo que otros lobos se movían entre ambos campamentos, buscando el mejor camino para acercarse inadvertidos cuando llegara el momento.
Sus hermanos salieron a recibirlo en el bosque, a menos de un kilómetro de las tiendas enemigas. La situación era mucho peor de lo que creía: habían descubierto a dos blancos al mando de los pálidos que tendieran la emboscada en la aldea. No había rastros de los lobos capturados junto con el Alfa, pero los hermanos estaban convencidos de que su padre seguía vivo. En el extremo posterior del campamento, entre las tiendas que ocupaban los blancos y sus pálidos, había una gran jaula de hierro. Tenía tamaño suficiente para albergar un oso o un lobo, estaba cubierta de pieles que ocultaban su contenido y custodiada por dos pálidos.
—No hay forma de acercarnos a menos que sea un mediodía de verano —concluyó Mendel desalentado.
Todos se volvieron hacia Mael, apoyado contra un árbol para quitar peso de su pierna herida.
—Necesitamos una distracción —dijo, paseando sus brillantes ojos azules a su alrededor para detenerse en un lobo corpulento de pelambre parda—. Tú comandarás la carga, Ronan. Nosotros tres nos infiltraremos en el campamento. Procúrennos uniformes de los muertos de anoche.
Los lobos pasaron la mañana ocultos en el bosque. Como si fuera un buen augurio, un tibio viento del sur comenzó a soplar, desgarrando las nubes en jirones grisáceos. Pronto el sol brilló sobre el campamento enemigo y la temperatura no tardó en elevarse.
Pasado el mediodía, los guardias humanos luchaban contra el letargo que les provocaba la tibia brisa primaveral y el sol que caía a plomo sobre ellos. Los lobos descendieron del bosque al galope, y los guardias no atinaron a dar la alarma antes que les cayeran encima. Los jinetes salían a gatas de sus tiendas, reuniendo todas sus fuerzas para cargar con hojas y escudos. Les resultaba imposible correr hacia la lucha bajo ese sol, que los sumía en un estado febril que consumía sus fuerzas.
Mientras tanto, al otro lado del campamento, los tres hermanos disfrazados de jinetes no tuvieron dificultad en mezclarse entre sus enemigos. Muchos a su alrededor llevaban capuchas, de modo que nadie reparó en ellos. Se ocultaron tras una tienda cercana a la gran jaula hasta que vieron que los pálidos se tambaleaban hacia donde sus vasallos y los lobos volvían a combatir. Sólo dos de ellos permanecieron allí, custodiando la jaula a la sombra del toldo de una de las grandes tiendas de los blancos que lideraban la partida.
Milo vio que Mael llevaba la mano a su puñal y lo detuvo meneando la cabeza.
—Nosotros nos encargaremos —dijo.
Mael asintió apretando los dientes.
Milo y Mendel se adelantaron hacia la jaula, puñales en mano. A pesar de no ser tan poderosos como los blancos, los pálidos no eran tan fáciles de reducir como sus vasallos, y Mael estuvo a punto de intervenir, pero sus hermanos dieron buena cuenta de ellos.
Entonces se apresuraron los tres hacia la jaula y alzaron una de las pieles que la cubría. Fue una suerte que lograran mantener sus mentes cerradas a los demás. De lo contrario, sus clamores habrían perturbado a los lobos que aún luchaban al punto de costarles la vida.
Porque allí en la jaula, desnudo y malherido, una gruesa cadena de plata en torno a su cuello y otras sujetando sus muñecas a los gruesos barrotes, yacía el Alfa, su padre, el cuerpo cubierto de golpes, cortes y marcas de colmillos. Estaba caído de lado, y la plata que contaminaba su sangre revelaba en líneas negras el tatuaje de su espalda.
Milo forcejeó con los grilletes que encadenaban a su padre a la jaula, Mendel intentó en vano aflojar los eslabones de plata en torno a su cuello. Mael apoyó la mano en su pecho, donde sintió el batir débil e irregular de su corazón.
—Padre —llamó en un susurro, lágrimas ardientes de horror y furia corriendo por sus mejillas.
Los párpados del Alfa se agitaron y se alzaron apenas. Los tres hermanos sofocaron gemidos de espanto al ver los ojos azules inyectados en sangre.
—Mátame —musitó en voz apenas audible.
—¡No! ¡Te sacaremos de aquí!
Los ojos turbios se clavaron en Mael.
—Mátame —repitió en un soplo.
Era una orden del Alfa. Y cuando el Alfa daba una orden, la manada obedecía. Ningún lobo, ni siquiera su propio hijo y lugarteniente, podía desobedecer. Antes que pudiera darse cuenta lo que hacía, Mael retrocedía hacia el cadáver de uno de los pálidos para quitarle el aguzado puñal de plata que aún sostenía.
Milo y Mendel no se atrevieron a intervenir, obligados como estaban por aquella orden incontestable, y se limitaron a tomar las manos encadenadas, que ya no tenían fuerza para estrechar las suyas. El Alfa los miró por última vez e intentó asentir. Los dos jóvenes lobos asintieron también y le dieron la espalda, listos para defender a su padre y a su hermano.
Mael se echó de rodillas junto a la jaula y pasó su brazo entre los gruesos barrotes. El Alfa logró tenderse boca arriba, los ojos exánimes en su hijo, que gimió al apoyar la filosa punta sobre su corazón.
Alzó el brazo y volvió a bajarlo, meneando la cabeza desesperado.
—¡Por favor, padre! —suplicó— ¡No puedo!
—Hazlo.
Aquella única palabra pareció cerrarse en torno a su muñeca como un puño ardiente, impulsándola a hundirse con fuerza en el pecho que apenas alentaba ya. Su padre se estremeció de pies a cabeza con un estertor y logró mirarlo por última vez.
—Gracias, Alfa —dijo con su último aliento, cerrando al fin los ojos.
Mael humedeció un dedo en la sangre que brotaba del pecho de su padre muerto y dibujó una cruz en su propia frente, sacudido por el llanto que era incapaz de controlar, el dolor en su pecho paralizándolo como estaba, postrado junto a la jaula.
A través de su propio dolor y sus propias lágrimas, Milo y Mendel advirtieron el estado de Mael y le sujetaron los brazos, obligándolo a incorporarse. Mael intentó librarse de ellos para volver a arrodillarse junto a su padre muerto llorando desconsoladamente.
—De pie, Alfa —le dijo Milo con cuanta firmeza podía.
Intercambió una mirada con Mendel al ver que Mael no se movía. Le sujetaron los brazos y lo arrastraron lejos de allí.
Últimos capítulos
#30 29
Última actualización: 6/28/2025#29 28
Última actualización: 6/28/2025#28 27
Última actualización: 6/28/2025#27 26
Última actualización: 6/28/2025#26 25
Última actualización: 6/28/2025#25 24
Última actualización: 6/28/2025#24 23
Última actualización: 6/28/2025#23 22
Última actualización: 6/28/2025#22 21
Última actualización: 6/28/2025#21 20
Última actualización: 6/28/2025
Te podría gustar 😍
Cicatrices
Amelie solo quería vivir una vida sencilla fuera del foco de atención de su linaje alfa. Sintió que tenía eso cuando encontró a su primer compañero. Después de años juntos, su pareja no era el hombre que decía ser. Amelie se ve obligada a realizar el ritual de rechazo para hacerse sentir. Su libertad tiene un precio, uno de los cuales es una fea cicatriz negra.
«¡Nada! ¡No hay nada! ¡Tráela de vuelta!» Grito con cada parte de mi ser. Lo supe antes de que dijera nada. La sentí en mi corazón despedirse y soltarla. En ese momento, un dolor inimaginable se apoderó de mi corazón.
Alpha Gideon Alios pierde a su pareja, en el que debería ser el día más feliz de su vida, el nacimiento de sus gemelos. Gideon no tiene tiempo para llorar, se queda sin pareja, solo y es padre recién soltero de dos hijas pequeñas. Gideon no deja que su tristeza se manifieste como si fuera una muestra de debilidad, y es el Alfa de la Guardia Durit, el ejército y brazo investigador del Consejo; no tiene tiempo para la debilidad.
Amelie Ashwood y Gideon Alios son dos hombres lobo rotos a los que el destino ha torcido. Esta es su segunda oportunidad de amar, ¿o es la primera? Cuando estos dos compañeros predestinados se unen, siniestros complots cobran vida a su alrededor. ¿Cómo se unirán para mantener a salvo lo que consideran lo más preciado?
Regla número 1 - Sin Compañeros
«Déjame ir», lloriqueo, mi cuerpo tiembla de necesidad. «No quiero que me toques».
Me caigo sobre la cama y luego me doy la vuelta para mirarlo fijamente. Los tatuajes oscuros de los hombros cincelados de Domonic se estremecen y se expanden con el movimiento de su pecho. Su profunda sonrisa llena de arrogancia se extiende detrás de sí mismo para cerrar la puerta.
Mordiéndose el labio, se dirige hacia mí, con la mano pegada a la costura de sus pantalones y a la protuberancia que hay allí.
«¿Estás seguro de que no quieres que te toque?» Susurra, desatando el nudo y metiendo una mano dentro. «Porque juro por Dios que eso es todo lo que quería hacer. Todos los días, desde el momento en que entraste en nuestro bar, percibí tu sabor perfecto desde el otro lado de la habitación».
Draven, nuevo en el mundo de las palancas de cambio, es un humano que huye. Una chica hermosa a la que nadie podría proteger. Domonic es el frío alfa de la manada de lobos rojos. Una hermandad de doce lobos que viven según doce reglas. Reglas que juraron que NUNCA podrían romperse.
Especialmente, regla número uno: No hay amigos
Cuando Draven conoce a Domonic, sabe que ella es su compañera, pero Draven no tiene ni idea de lo que es una pareja, solo que se ha enamorado de un cambiaformas. Un alfa que le romperá el corazón al hacer que se vaya. Prometiéndose a sí misma que nunca lo perdonará, desaparece.
Pero no sabe nada del bebé que está embarazada ni de que, desde el momento en que se fue, Domonic decidió que las reglas estaban hechas para romperlas, ¿y ahora volverá a encontrarla? ¿Lo perdonará?
La Cachorra del Príncipe Licántropo
—Pronto estarás rogándome. Y cuando lo hagas—te usaré como me plazca, y luego te rechazaré.
—
Cuando Violet Hastings comienza su primer año en la Academia de Cambiantes Starlight, solo quiere dos cosas: honrar el legado de su madre convirtiéndose en una sanadora hábil para su manada y pasar por la academia sin que nadie la llame rara por su extraña condición ocular.
Las cosas toman un giro dramático cuando descubre que Kylan, el arrogante heredero al trono de los Licántropos que ha hecho su vida miserable desde el momento en que se conocieron, es su compañero.
Kylan, conocido por su personalidad fría y sus maneras crueles, está lejos de estar contento. Se niega a aceptar a Violet como su compañera, pero tampoco quiere rechazarla. En cambio, la ve como su cachorrita y está decidido a hacer su vida aún más un infierno.
Como si lidiar con el tormento de Kylan no fuera suficiente, Violet comienza a descubrir secretos sobre su pasado que cambian todo lo que pensaba que sabía. ¿De dónde viene realmente? ¿Cuál es el secreto detrás de sus ojos? ¿Y ha sido toda su vida una mentira?
Juego del Destino
Cuando Finlay la encuentra, ella está viviendo entre humanos. Él está cautivado por la obstinada loba que se niega a reconocer su existencia. Puede que no sea su compañera, pero él quiere que sea parte de su manada, lobo latente o no.
Amie no puede resistirse al Alfa que entra en su vida y la arrastra de vuelta a la vida de manada. No solo se encuentra más feliz de lo que ha estado en mucho tiempo, su lobo finalmente viene a ella. Finlay no es su compañero, pero se convierte en su mejor amigo. Juntos, con los otros lobos principales de la manada, trabajan para crear la mejor y más fuerte manada.
Cuando llega el momento de los juegos de la manada, el evento que decide el rango de las manadas para los próximos diez años, Amie necesita enfrentarse a su antigua manada. Cuando ve al hombre que la rechazó por primera vez en diez años, todo lo que pensaba que sabía se pone patas arriba. Amie y Finlay necesitan adaptarse a la nueva realidad y encontrar un camino hacia adelante para su manada. Pero, ¿los separará esta nueva situación?
Mimada por multimillonarios tras ser traicionada
Emily y su multimillonario esposo estaban en un matrimonio contractual; ella esperaba ganarse su amor a través del esfuerzo. Sin embargo, cuando su esposo apareció con una mujer embarazada, ella se desesperó. Después de ser expulsada, Emily, sin hogar, fue acogida por un misterioso multimillonario. ¿Quién era él? ¿Cómo conocía a Emily? Y lo que es más importante, Emily estaba embarazada.
Pareja Cachorro de los Reyes Alfa Gemelos
Cuando Kiara acompaña a sus padres y a sus tres hermanos mayores trillizos a la coronación de los nuevos reyes alfa gemelos en el multiverso de los hombres lobo, su vida toma un giro inesperado. Kayden y Jayden Wittmoore, los futuros reyes alfa, han estado buscando a su Reina Luna desde que cumplieron dieciocho años, pero sin éxito. Casi habían perdido la esperanza hasta que pusieron los ojos en Kiara en su coronación. ¿El único problema? Ella es solo una cachorra de nueve años, incapaz de sentir el vínculo de pareja.
Mientras Kayden y Jayden enfrentan la prueba definitiva de paciencia, están decididos a esperar a que Kiara alcance la mayoría de edad. Pero el destino tiene otros planes para ellos, y se encuentran embarcándose en un viaje lleno de desafíos, obstáculos y sacrificios. ¿Podrán navegar las complejidades de su situación poco convencional y cumplir su destino como líderes de la población lobuna en el multiverso humano y de hombres lobo?
Únete a Kiara, Kayden y Jayden en una aventura épica mientras navegan por el mundo de la política de hombres lobo, enfrentan sus demonios internos y descubren el verdadero significado del amor en "Los Cachorros de los Reyes Alfa Gemelos". Este romance paranormal te cautivará el corazón, dejándote ansioso por pasar las páginas para descubrir qué les depara el futuro. ¡No te pierdas esta encantadora historia de almas gemelas, destino y verdadero amor que te dejará sin aliento!
Soy su Luna sin lobo
Ethan también emitía profundos rugidos en mi oído.
—Maldita sea... voy a correrme...!!!
Su impacto se volvió más intenso y nuestros cuerpos seguían haciendo sonidos de golpes.
—¡Por favor!! ¡Ethan!!
Como la guerrera más fuerte de mi manada, fui traicionada por aquellos en quienes más confiaba, mi hermana y mi mejor amiga. Fui drogada, violada y desterrada de mi familia y mi manada. Perdí a mi loba, mi honor y me convertí en una paria—cargando un hijo que nunca pedí.
Seis años de supervivencia ganada con esfuerzo me convirtieron en una luchadora profesional, impulsada por la rabia y el dolor. Llega una convocatoria del formidable heredero Alfa, Ethan, pidiéndome que regrese como instructora de combate sin loba para la misma manada que una vez me desterró.
Pensé que podría ignorar sus susurros y miradas, pero cuando veo los ojos verde esmeralda de Ethan—los mismos que los de mi hijo—mi mundo se tambalea.
Jackson Johnson
Niñera para el jefe de la mafia
Emplea a la joven Victoria para que cuide a su hijo. Después de pasar una noche de borrachera juntos, está embarazada de él.
Sus vidas están entrelazadas ahora y terminan en un matrimonio sin amor. Ella encuentra consuelo en los brazos de otro.
Lee para descubrir qué sucede cuando la niñera y la esposa del jefe de la mafia llevan al enemigo directamente a la puerta de su casa.
Segundas Oportunidades
—Joder, ángel, estás tan mojada.
Cuando el amante encontró su camino de regreso. Estaba embarazada hace 12 años, pero desaparecí de su vida. A medida que mi hija crece y se parece más a él, mi anhelo se profundiza. Ahora, en una gala, lo veo inesperadamente de nuevo, ahora un encantador CEO.
Amé a Nicolás con todo mi corazón durante años mientras estábamos en la universidad, pero una noche quedé embarazada, la única noche que no usamos protección. Tuve que huir de él; tenía un futuro brillante por delante, tenía un negocio para el que había sido preparado desde niño. No podía interponerme en su camino, no podía destruir sus esperanzas y sueños como el embarazo destruiría los míos, así que tuve que huir y tuve que irme a un lugar donde él no me buscara. Doce años después, soy enfermera, lo cual no era mi sueño en absoluto, pero ponía comida en la mesa y eso era lo importante. Una de mis colegas me dio entradas para ir a un Baile de Navidad y ¿con quién me encuentro? Con el amor de mi vida, el hombre del que huí, el hombre que se parece a mi hija, y en su brazo, por supuesto, estaba la modelo más hermosa. Desde que lo dejé, me aseguré de seguirlo en las redes sociales y en los periódicos; obviamente usé otro nombre en las redes sociales y siempre tenía una modelo en su brazo, siempre. La cosa es que ninguna de ellas se parecía a mí, lo que me hizo darme cuenta de que él me había superado. Verlo en la vida real y no solo en mi teléfono o en los periódicos me arrancó el corazón del pecho, especialmente con la modelo a su lado.
Secretaria ¿Te quieres acostar conmigo?
Tal vez por eso ninguna le duraba más de dos semanas, es que se cansaba rápidamente de ellas, sin embargo, Valeria se negó, provocando que él la persiguiera pensando distintas estrategias para lograr su cometido, eso sin dejar de lado su diversión con las demás mujeres.
Sin darse cuenta, Valeria se convirtió en su mano derecha y él la necesitaba hasta para respirar, no obstante no reconoció su amor hasta que ella llegó a su límite y partió.
Fuera de Límites, Mejor Amigo del Hermano
—Vas a tomar cada pulgada de mí. —Susurró mientras empujaba hacia arriba.
—Joder, te sientes tan jodidamente bien. ¿Es esto lo que querías, mi polla dentro de ti? —Preguntó, sabiendo que lo había estado tentando desde el principio.
—S..sí —jadeé.
Brianna Fletcher había estado huyendo de hombres peligrosos toda su vida, pero cuando tuvo la oportunidad de quedarse con su hermano mayor después de graduarse, allí conoció al más peligroso de todos. El mejor amigo de su hermano, un Don de la mafia. Él irradiaba peligro, pero ella no podía mantenerse alejada.
Él sabe que la hermanita de su mejor amigo está fuera de límites y, sin embargo, no podía dejar de pensar en ella.
¿Podrán romper todas las reglas y encontrar consuelo en los brazos del otro?