Flores para una esposa rota. Reina de cenizas.
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—Zayen, espera—, intenté protestar, pero él ya capturaba un pezón entre sus labios, succionando con una intensidad que me arrancó un gemido.
—¡Cállate! —ordenó entre dientes, mientras su lengua dibu...
—¡Cállate! —ordenó entre dientes, mientras su lengua dibu...