El fuego del amor

Antes de que comenzara la entrevista, la sala estaba llena de murmullos.

—El joven ejecutivo que vamos a entrevistar hoy tiene las riendas de todo el Grupo de Lujo Xavier.

—Escuché que se quedó ciego hace cinco años y que incluso fue expulsado del grupo Xavier. Si no fuera por el cuidado inquebrantable de su prometida, tal vez no estaría aquí hoy.

—Shh, baja la voz...

Me senté a un lado, manteniendo una sonrisa forzada mientras mis uñas se clavaban en mis palmas.

De repente, mi colega mayor, Big Joe, se volvió hacia mí:

—Madeline, ¿puedes traerme un vaso de agua?

Al acercarme al dispensador de agua en la entrada, la puerta se abrió de golpe y una figura familiar entró en mi campo de visión, dejando mi mente en blanco total.

En tres años, Lucas Xavier había cambiado drásticamente. De un chico delgado a un hombre alto y de rasgos afilados. Esos ojos que antes eran nebulosos ahora eran fríos y claros.

—Disculpa.

Su voz, distante, pasó por encima de mí desde detrás de las lentes, como si yo fuera una extraña, sin detenerse.

Se dirigió al escenario, flanqueado por guardaespaldas, dejando un rastro de un aroma amaderado y fresco.

Quedé congelada en mi lugar, y me tomó unos segundos volver a la realidad.

Durante los dos años a su lado, Lucas había estado en su punto más bajo. Expulsado del Grupo de Lujo Xavier y cegado por un accidente, no podía ver mi rostro.

Quizás era lo mejor... me dije a mí misma.

Cuando regresé con el agua, la entrevista ya había comenzado.

Lucas estaba sentado en el escenario, con los dedos entrelazados bajo su barbilla, observando a la audiencia con compostura.

Estaba respondiendo hábilmente a las preguntas de negocios cuando la puerta lateral se abrió de repente.

Nicole entró, disculpándose con Lucas con una risa:

—Perdón por llegar tarde, Lucas. Hubo un pequeño problema con el equipo.

Sosteniendo el dobladillo de su lujoso vestido color champán, tomó asiento junto a Lucas.

La sala quedó en silencio por un momento, luego estalló en un ambiente cargado y bullicioso.

Big Joe me miró con su taza en la mano, con una expresión de descubrimiento iluminando su rostro como si acabara de encontrar el Nuevo Mundo.

—Madeline, no es broma, pero tú y Nicole Zimmerman se parecen mucho.

Fruncí los labios y ofrecí una risa modesta:

—Ella es una estrella de cine, Joe. Es muy amable de tu parte.

Por supuesto, nos parecíamos.

Porque, después de todo, ella era mi hermana.